Con cabeza fría: Fe de erratas
Los bajones resultan tanto futbolísticos como ajenos a la pelota, cuando hay jugadores que trotan una cancha y se mienten con una felicidad que dicen hay en el camerino. Y un cuerpo técnico y una dirigencia que SÍ SABEN qué está pasando
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Con cabeza fría: hormiga
Los monstruos develan la desnudez de la nómina corta, el agotamiento, la impotencia y la falta de argumentos orales y futbolísticos. Y nos estrellamos.
Con Cabeza Fría: «Que esto pase ahora»
Las cinco fechas sin triunfos llenaron el discurso del hincha con una muletilla moral del anhelar que el cúmulo de errores se sufra ahora, con tal que para cuadrangulares se aprenda de ellos
Con cabeza fría: microciclos
Tal vez, cuando la tabla se mira desde arriba, en el transcurrir de los juegos también haga falta un punto de humildad y zapatos adheridos al suelo, hacer de oídos sordos e ignorar los que ya nos rotulan como invencibles y foráneos
Con cabeza fría: pagar la boleta
Los tropiezos recientes nos deben referir un vaso de agua y unas cachetadas en la cara; al profe y los muchachos, para despertar del letargo y recuperarnos rápido y clasificar, así como perfilar la batalla de vuelta en la Copa
Con cabeza fría: El silencio del amor
La primera visita de Carlos Martínez al Metropolitano terminó con un gran final feliz. Aquí nos cuenta el resumen de un viaje para el recuerdo.
Con cabeza fría: a su consideración
En esta entrada, el profe Carlos Martínez nos cuenta su experiencia en el evento del pasado viernes con viejas glorias del Embajador.
Con cabeza fría: humildad y autocrítica
Es humildad de saber y recordar que no hemos ganado nada, a pesar de estar cerca y tener con qué. Es autocrítica y conciencia de lo que debe corregirse y no repetirse.
Con cabeza fría: lágrimas de amor
El profe Carlos Martínez revive las lágrimas de felicidad que salieron con la clasificación de Millonarios a la final de Copa
Con Cabeza Fría: pasión
Un partido de tu equipo y un gol de los jugadores que apoyas te puede cambiar el ánimo, arreglar una semana o robarte las sonrisas que el diario vivir pudiesen negarte.