Con cabeza fría: a su consideración

Ese viernes los invitados llegábamos aislados, uno a uno y sin hablarnos. Luego de un buen y amable recibimiento, tintos y galletas empezamos a cruzar palabras con el de al lado o, en este caso, el de en frente. Jessica y Dairo giraron y me preguntaron si era uno de los miembros de Mundo Millos, y ahí empezamos a charlar sobre la ocasión y cómo deberían ser más numerosas y menos sujetas a quien tiene poder adquisitivo, como si eso nos hiciera más o menos hinchas.

Escucha la columna aquí.

El evento fue una charla con los profes Cerveleón Cuesta, Arnoldo Iguarán y Alberto Gamero. Y se nos pidió a quienes estuviéramos interesados hacer preguntas relacionadas con la historia, con ellos mismos y su rol en el equipo pasado y presente, mas evitar recrear una tradicional rueda de prensa pre o post partido. No tenía planeado preguntar, ya que me encontraba transcribiendo para otro medio las respuestas apasionadas del tridente homenajeado con aquellas camisetas retro; pero al ver que los entusiastas escaseaban me animé a alzar la mano. Y la aventura comenzó allí.

Manuel María Villamil era el eje de mi pregunta. Y haciendo cuentas muy por encima, el profe ‘Cerve’ fue el destinatario elegido al calcular que él fue, de los tres, quien más lo conoció y compartió con él en la finca, pero no imaginaba cuán acertada iba a ser dicha escogencia ni las dimensiones de lo que acontecería.

Di por hecho que algunos de los presentes sabían de quién hablaba, y mi pregunta iba hacia cómo influía en el equipo un difícil estado de salud de un ex miembro de la institución -querido por muchos, admirado por tantos e ignorado por otros-. El profesor no lo dio por sentado, y su respuesta se encaminó a explicar primero quién era ‘Manolito’ y lo que había hecho por tantos años dedicado al Club. Luego lamentó su condición, nos contó que habían hablado hace poco y envió sus mejores deseos. Olvidó el norte de la pregunta, pero a la vez la contestó al demostrar el cariño y la recordación que permea sus memorias.

Cuando vino el momento de las fotos y las firmas, Cerveleón habló conmigo sobre las razones de mi cercanía con él y si sabía cómo evolucionaba su tratamiento, con interés genuino y un nuevo agradecimiento por la pregunta y haber asistido a la charla. Esperé el largo periodo de “pasadas al frente” de los demás hinchas para acercarme nuevamente y compartir con él una foto en la que salimos juntos en la extinta Finca. Tomó mi celular, la mostró al profe Gamero, sonrió y me pidió que le leyera la leyenda que le había puesto en mi cuenta de IG, donde reposa. Su gesto y su pausada respiración al escuchar fue de tal alegría y sentimiento que ese apretón de manos valió tanto o más que cualquier autógrafo posible.

El evento concluyó unos minutos después. Y ya cuando todo fue un poco más desordenado y afuera del salón los hinchas seguían pidiendo fotos, firmas y cazaban los convocados que rondaban por el hotel, me quedé un minuto más para pedirle al profe una última cosa. Días después el buen y querido ‘Manolito’ escucharía de voz propia de su excompañero en Millonarios un saludo, una plegaria por su recuperación y una voz de aliento, de un amigo a otro, poniéndose muy feliz y a la vez nostálgico, por lo que fue, pudo y debió ser. La mano que sostenía el celular agradecía que fuera una grabación de audio, porque los nervios y la felicidad la hacían temblar ininterrumpidamente. 

Esta semana iniciará un periplo incesante para el equipo. Con bajas, manos turbias en los calendarios y adversidades. Por ello y a falta de un fin de semana con competencia, quise guardar este turno de la columna para llenarme de orgullo Embajador desde esta experiencia, compartirla con usted y enfrentar con las energías que me pudiera dar escribirla las batallas que cesan e inician este miércoles. En sus manos dejo sus conclusiones personales y lo que esa leyenda en mi vieja foto con el profe pueda generar en cada uno:

«Para recordar los tiempos duros, las verdaderas vacas flacas, para recordarte cuando nuestro amor se hizo más fuerte, para rememorar el único equipo de este país que nació siendo grande».

Carlos Martínez Rojas

@ultrabogotano