Once Caldas Millonarios 2022

Con cabeza fría: humildad y autocrítica

Aunque algunos tildaran de descabellado usar el término ‘humildad’ con este plantel y este cuerpo técnico, el Millonarios de esta última semana explicó por qué no debe perderse ese norte y esa actitud que se exaltó como reinante en el segundo medio tiempo en Bogotá.

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Todos hemos destacado lo “obrero” de este grupo, en el que todos apoyan la defensa y todos en colectivo construyen el ataque. De ahí por ejemplo que los comentaristas se despacharan en elogios para Diego Herazo por su labor de sacrificio, con y sin balón, para cederlo a mejores chances o recuperarlo en campo propio. La humildad perdida no va sólo en lo grupal, que en amplios pasajes de la semifinal en su primera mitad se alcanzó a saborear, en esa creencia de tener la llave asegurada; además, ese valor es un aspecto a cultivar en lo individual.

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Ese aire, ese sentir de liderazgo y superioridad es lo que desencaja la mentalidad, la concentración que debe tenerse para no afectar ese objetivo común. Y si una agresión en la derrota y empate de una serie era reprochable, una con el marcador arriba, en pasto ajeno y con 3000 viajeros alrededor -copando una lateral y en cofradía en los otros dos sectores habilitados- es un exabrupto. El equipo se desarmó, las ideas y el orden e intención con una nómina mixta no será nunca igual que con la titular en el Campín. Y eso debía ser un motivo suficiente para salir tan rápido como Juan Carlos cuatro días antes, y no taciturno, sonriente y socarrón. Como habiendo logrado una gesta.

La diferencia de nombres, hombres, actitudes y esperanzas se sintió. Y por ello a pesar de ser el primer juego del semestre en que se inició perdiendo, Medellín no logró contrarrestar la sed azul de orgullo y clasificación. En su lugar, en Manizales aterrizó la primera derrota y uno de los pocos partidos de Gamero en Millos en los que le logran remontar un marcador. Y adquiere un sabor aún más amargo cuando se percibía y comprobaba que era uno que se lograba asegurar en el bolsillo. 

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No es sólo el profe con sus análisis y proyecciones; no sólo son Pereira y Montero con tarjetas merecidas; somos todos, al deber reconocer las virtudes del rival, sus pergaminos para encararnos. Son los que critican con fiereza a Juanito Moreno y cuestionan incluso su lugar en la suplencia, cuando había disputado menos de 10 minutos en la campaña y sólo un juego en el año como titular. Son los jugadores suplentes y los miembros del CT que no deben hacerse amonestar o expulsar y, al mismo estilo de Álvaro, regodearse de la amonestación y reírse de sus errores. Es humildad de saber y recordar que no hemos ganado nada, a pesar de estar cerca y tener con qué. Es autocrítica y conciencia de lo que debe corregirse y no repetirse. Es respetar el esfuerzo de un grupo que, por una individualidad, ve desmoronado el trabajo de una semana de toda la familia que aseguran conformar. Que estos nueve días nos ayuden a todos, porque de estar muy cerca y merecer a volver a quedar con las manos vacías hay muy poco de por medio. 

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano