Canto de gol: deudas y herencia azules

Estábamos celebrando meses de novios con mi pareja. La idea era salir a caminarnos Bogotá y almorzar en un lindo lugar. Pero el calendario de Dimayor y la vida se confabularon para que nuestros planes giraran en torno a mi mamá y un sueño que ella tenía.

La sorpresa se mantuvo sin ningún problema, porque ella en su inocencia se dejaba llevar y no sospechaba nada. Nos encontramos en una estación y tomamos un bus que nos bajó por toda la Calle 26 hasta donde ésta termina. Llegamos muy temprano, con la prevención de que nada nos saliera mal y perdiéramos la oportunidad de que ella pudiera ver y saludar a los jugadores de Millonarios. Aún estando en El Dorado, ella seguía sin saber nada.

En parejas, antes que los del bus, fueron llegando los convocados a Medellín. Jhon, Delvin, Leo, Álvaro, Giraldo, ‘El Curioso’, Llinás, el maravilloso y gentil Stiven y Juan Pablo, en su orden, se detuvieron para regalarle uno a uno una foto a una hincha que se aprendió sus nombres y sus posiciones gracias a ver fútbol con su hijo y su nuera. A cada uno lo saludaba y le decía que era excelente antes de agradecerle por los segundos de posar y sonreír.

Pero ninguno de ellos era nuestro objetivo principal. Lo que realmente deseábamos era que la fan #1 de Daniel Ruiz lograra verlo. Llegó solo, como siempre reservado y en silencio, y al atajarlo sólo le pedí una foto para ella. Mi mami no podía de la emoción, y le decía «Soy tu mayor fan, veo siempre todos los partidos y siempre grito para que te vaya muy bien». Dani se reía mucho y le agradeció por sus palabras, antes de las demás fotos que le pedían quienes lo separaban de sus compañeros reunidos para almorzar.

Cuando se fue él de nuestro lado, ella brincó de la felicidad como una niña chiquita, diciendo «Me tomé una foto con mi Dani». Y así como los ojos se me aguan escribiendo y recordando esto, recuerdo con mucho amor aquella tarde en Hacienda Santa Bárbara, cuando ella me llevó a recoger firmas y correr por todos los pasillos para al menos ver a los jugadores dirigidos por Diego Edison Umaña, pero también a leyendas como don Otoniel Quintana.

Esa misma mamá que hace más de 20 años me compró una camiseta marca Millos (ahora MFC) y me aplaudía cada vez que le señalaba la camiseta LG autografiada, tiene ahora 71 años, se ha recuperado de algunos achaques y en este fin de semana pude devolverle un poquito de tanto que hace siempre por nosotros, en pro y por este amor puro llamado Millonarios. Esa vez me llevó ella, el sábado la llevé yo, y Millos le regaló vencer a América y Nacional en una misma semana para tener un lunes feliz. «Era yo tu responsabilidad, ahora tú eres la mía» le acababa de decir días atrás en una charla hogareña. Y qué lindo que una felicidad azul entre también en mi rol presente.

El canto de gol para acompañar esta columna es una de tantas de sus canciones favoritas: ‘Sandra Mora’ de Naty y Su Charanga: https://youtu.be/xh5RNtrNr3U?si=603NgruJegBTNcky

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano