Jhon Mario Ramírez

Eternamente Jhon Mario Ramírez

Hablar de Jhon Mario Ramírez es remontarse a las mañanas de los días del 93, 94 y 95, allá en el Gimnasio Los Andes en la vía Arrayanes al norte de Bogotá. Es rememorar esos recreos de colegio en los que tratabas de poner el pase entre líneas que le habías visto el domingo al 10 de Millonarios. Es recordar al niño que siempre pedía ser Jhon Mario para tratar de imitarle su juego.

Jhon Mario simbolizó el «sueño del pibe» de todo hincha de Millonarios bogotano en la década de los noventas. Cuando eres niño siempre sueñas con ser futbolista, con jugar en el equipo de tus amores, algunos también con jugar en selección. JhonMa era el resumen de todo eso: el joven capitalino que había cumplido su sueño de jugar en el equipo de los amores de todos viniendo desde las inferiores, y de portar esa camiseta número 10, en tiempos en los que ser el 10 era lo que estaba de moda, por Maradona a nivel mundial y por el Pibe a nivel local.

Debutó en 1992 contra el Bucaramanga, anotó su primer gol en 1993, diez segundos después de haber entrado al campo, en una victoria 4-2 sobre el Junior en cuadrangulares. Cuenta la historia que su segundo gol con nuestra armadura sagrada se demoró un año, el 23 de noviembre del 94 le volvió a marcar al Junior, pero ahora en Barranquilla. Nos dejó 21 goles en total en sus dos ciclos con Millonarios (del 92 al 98 y en 2001, para ganar la Copa Merconorte). Nos dejó también dos subtítulos y dos participaciones en Copa Libertadores (una jugando con la camiseta 9 por error en la inscripción, no le gustó ni cinco). Ese Millonarios del 94-95-96 mereció ser campeón, fue el equipo referente para toda una generación de hinchas, los que querían ser Villarraga, Osman, Domínguez, Bónner, Rendón, Jhon Mario o León.

De Jhon Mario hay un montón de memorias y de momentos en la retina. No solamente los goles -algunos de ellos majestuosos, tiros libres brillantes a los ángulos o penales-, también sus pases, esa forma tan fácil con la que ponía pelotas a los delanteros, y como se recorría todo el sector de tres cuartos de cancha para recibir y poner a jugar a todo un equipo. Ver jugar a Jhon Mario era un deleite. Insisto, yo toda mi infancia quise jugar como él.

Después de Millos, Jhonma probó suerte en Medellín, Cali y Santa Fe. Con los dos equipos rojos nos hizo goles y los celebró como si no hubiera un mañana. Hasta eso nos dejó una moraleja: una cosa es el equipo que es sagrado, otra cosa ya son los directivos de turno.

Quiso ser entrenador, era muy común encontrarlo en los partidos de las divisiones menores en años pasados. Acababa de recibir su primera oportunidad en un equipo profesional antes de que este maldito virus se lo llevara. Como jugador cometió errores que tal vez lo pudieron llevar más lejos, como exjugador entregado a Dios siempre buscó lo mejor para Millonarios y trató varias veces de acercarse a la directiva para presentarles planes de trabajo. Estuvo muy cercano a ese plantel campeón de Copa 2011.

El fútbol está de luto, se nos fue uno de los dos últimos 10 que tuvo Millonarios en los últmos 30 años. Se fue el que fue el primer ídolo para una generación completa de hinchas Embajadores. Se fue quien logró enamorar a muchísimos del trato a la pelota. Se nos fue una gran persona, magia pura por el fútbol en la cancha, amor puro por los colores afuera de ella.

Jhon Mario Ramírez siempre estará en nuestros corazones.

Twitter: @elmechu