Millonarios - Atlético Paranaense

Ganamos pero perdimos

Dolidos, con el alma rota. Derrotados, con el corazón que explota. Ocho días, eso nos duró la ilusión de la Libertadores. Un equipo que si bien no vale en dinero lo que el rival, jugó, luchó y dejó todo lo que tiene en las dos canchas para buscar la clasificación, y no se nos dio.

No es leal salir hoy, con el resultado puesto, a acabar con estos jugadores. Son los mismos que jugaron un gran partido en Brasil y que nos encendieron la llama de la esperanza. Los mismos que reconocimos nos habían sorprendido positivamente, y con los que sabíamos desde el principio del año, que sería con ellos y nadie más con los que tendríamos que afrontar este 2017.

Ahora, si bien Atlético Paranaense no fue esa aplanadora que todos creían, Millonarios tampoco supo aprovechar eso para mostrarse superior. Anoche se hizo lo que tocaba, que era dejar el arco en cero y marcar por lo menos un gol. Al final, nos quedamos con ese solitario golazo de Duque y nos fuimos a la definición por penales, donde por cuarta vez consecutiva tenemos que ver al equipo caer. Otra vez esa puñalada al corazón. Una, y otra, y otra vez nos falta lo que sea que se deba tener para salir victoriosos en una definición de estas. Unos hablan de jerarquía, otros de suerte, unos más dicen que es personalidad, madurez, técnica, experiencia, solvencia, cabeza, corazón, huevos…

Levantar la cabeza es lo único que queda, ganarle al Bucaramanga es una obligación.  En la retina está fresco lo que pasó la última vez que ellos nos visitaron, y si bien no estamos en la misma situación de aquella oportunidad, la necesidad de ganar de este Millonarios es constante y este domingo cueste lo que cueste, tenemos que ganar.

Ya vendrán noches en las que no dormiremos pero por estar celebrando. Ya vendrán…