Canto de gol: aquellas tristezas de antes
El canto lo conocemos bien todos. Es un cúmulo de ideas entre el sentimiento que despierta Millonarios, una declaración de amor y compañÃa siempre y en todo lugar, y cierra con un clamor de verlo luchando y que, con goles y victorias, haga que el hincha olvide «aquellas tristezas de antes».
Para muchos (y siendo sincero debo incluirme en ese grupo) la racha y los resultados adversos sà evocan malos tragos del pasado. No precisamente los de esos dÃas de mierda en los que decÃamos que eran resultados sospechosos, con parones de jugadores y desbancadas de técnicos, a punto de desaparecer o peleando para salir de la promoción; más bien ésos en los que podÃamos jurar que Millos maldijo a un sacerdote o que los jugadores rompieron un espejo todos juntos.
Incluso, el pésimo momento del Departamento Médico nos ha hecho recordar con nostalgia a la doctora Catalina. Samuel, Jader, en su momento Pereira y Cataño, Danovis, Vanegas, Jorge, Omar, ahora Leo y Santiago, parece que Delvin también… El juego de antier quedándonos sin delanteros me hacÃa pensar en esos momentos en los que nada nos salÃa bien.
Los dos puntas titulares en algodones, un autogol, una mano fortuita que sin VAR y protagonismo arbitral no se habrÃa considerado, remates de los extremos y volantes creativos en soledad pero sin destino feliz, cabezazos que ganamos en los pases largos pero que salen a cualquier parte, y un juez que se come el tiempo de adición que él mismo decretó. Y todo, todo lo anterior en las mismas dos horas de fútbol en una tarde bogotana que, a diferencia de dÃas horribles como aquel 07 de diciembre de 2003, no puso un moño de lluvia ante los lamentos azules.
El final del juego, sin embargo, fue bastante curioso. Después de las puteadas a Beckham, las frases de odio a Emerson diciéndole que se volviera a largar de Bogotá, los insultos a Sander por equivocar jugadas que intentó echarse al hombro ante los yerros de los creativos estelares, llegó el pitazo final con aplausos, cantos de apoyo y arengas para los jugadores y el profesor Gamero. Un lindo gesto, que como ya vimos replicó en el profe y los jugadores en sus reflexiones post partido.
La pregunta que me ronda la cabeza es motivada precisamente por ese adjetivo que le di a los últimos minutos contra Equidad. Cuatro dÃas antes llegaron insultos desde la tribuna al DT y sus muchachos, luego todo fue comprensión y armonÃa. En ambos juegos de la semana se cantó el «Movete», incluso sonó más fuerte el sábado, antes de que el técnico agradeciera a los asistentes al CampÃn su apoyo.
Curioso, muy curioso que todo pase en la misma semana de crisis de resultados de tres de nuestros rivales más enconados, uno por partida doble por su eliminación internacional, donde el «Movete» también sonó, bien fuerte pero además acompañado de amenazas panfletarias de muerte. Perspicaz de mi parte, tal vez, pero el sabor que me quedó -ante mi piedra por ver a Millos perder 3 juegos al hilo en casa después de tantos años– fue el de una medición de hinchadas y sus reacciones.
La pregunta, asÃ, fue materializada en una charla con Absalom Herrera, director de Sin Libreto en Mundo Millos: ¿Qué va a pasar si en MonterÃa y/o Envigado el equipo no gana contra dos rivales directos en la tabla de posiciones? Yo concuerdo con quienes dicen que a don Alberto hay que apoyarlo a muerte, pase lo que pase; salir de él serÃa un error gigantesco. Pero no soy responsable de lo que opinen y hagan el resto de los 18-20.000 asistentes al CampÃn. Ésos mismos que putean y corean en el mismo dÃa.
Por ahora sigo pensando en esa volatilidad de la hinchada, y me preocupa que las motivaciones externas jodan una relación con el equipo, que un dÃa odia y pide cabezas y al dÃa siguiente ama y abraza; que en los 90 minutos sea de insultos y ante el pitazo final sea de aplausos. Ojalá ese apoyo sea el común denominador de todo lo que viene, y no sólo un espejismo de inicios de marzo. Por el bien de todo y de todos, que vengan ya los triunfos que nos hagan olvidar aquellas tristezas de antes.
El canto de gol de hoy es ‘Camaleón’, del maestro panameño Rubén Blades.
Carlos MartÃnez Rojas
@ultrabogotano