¡125 veces Papá!
No importó la racha de siete partidos sin ganar del equipo de Gamero, tampoco importó que Santa Fe llegara a la noche del miércoles santo con ocho partidos de invicto. Cuando de un clásico se trata, las rachas y las posiciones en la tabla no interesan en lo más mínimo. Muchas veces antes, el equipo que peor llegaba al derbi terminaba amargándole la jornada al otro, tal como sucedió con el 3-1 con el que Millonarios volvió a pintar de azul y blanco la noche bogotana.
Parecía una jornada más de terror, de esas que nos venían acompañando en el último tiempo. Sobre todo después de la salida de Jorge Arias por lesión que obligó a Gamero a cambiar el sorpresivo 3-4-3 (o 5-4-1 sin balón) con el que comenzó el partido por el 4-2-3-1, y cuando el central, Luis Matorel, señaló penal para Santa Fe y Hugo Rodallega lo cambió por gol al minuto 35. Millos no la estaba pasando bien, el equipo era un mar de nervios ante la presión por el marcador, por la tabla, por el marco, por la racha, por el juego…
La historia del partido cambió dramáticamente a nuestro favor en los últimos cinco minutos del primer tiempo, justito cuando no se veía una luz y Santa Fe era superior. Primero con el empate de Cataño tras un centro desde la izquierda en el que el portero cardenal quiso jugar al vivo tirándose al piso pero arrepintiéndose casi de inmediato para quedar sin reacción, y luego con el golazo de Santi Giordana de tijera a la salida de un tiro de esquina en el último suspiro de la adición de la inicial. En cuestión de minutos, Millonarios pasó de ser perdedor a ganador y había remontado, por fin, un marcador adverso en 2024.
El segundo tiempo mostró al equipo de Gamero con mucha más solidez defensiva, con más orden, con una evidente tranquilidad ante la remontada. De la mano de un inspiradísimo Álex Moreno Paz, Millonarios no sufrió en la etapa complementaria el partido, supo defender con mucha jerarquía su ventaja y hasta encontró el tercero de la noche, cuando Cataño metió un centro desde la derecha que Diego Hernández impactó para convertir en propia puerta y sentenciar el 3-1 definitivo.
Millonarios encontró, finalmente, una noche redonda, esa que tanto necesitaba para empezar a salir del bache de resultados del último tiempo. Ganar el clásico, ante un rival que seguramente peleará por el título, con cancha llena y volviendo de un 0-1, es más que suficiente motivación para encarar lo que será la recta final del todos contra todos y el inicio del objetivo más importante de todos: la Conmebol Libertadores.
No importan las rachas ni la posición en la tabla. Los clásicos son partidos aparte siempre, y generalmente, los de Bogotá los gana el equipo que viste de azul. Ya son 125 victorias por Liga sobre el rival de toda la vida para extender un poco más la paternidad.
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Esta es la Ficha Técnica del partido
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