Con cabeza frÃa: pecados capitales
En tres dÃas estaremos enfrentando a un equipo que ha teñido de rareza cada jornada en la que lo hemos enfrentado: pinta fácil, la tabla suele respaldar esa tranquilidad, siempre jugamos de local y las nóminas nunca se han acercado en peso, costo o responsabilidad, pero siempre terminamos complicados y con un juego nunca vistoso. Ese Equidad que veremos en casa será el que más pega en este 2022 y, además de cuidar las canillas y tobillos, también hay que evitar cometer los pecados capitales que acabamos de atestiguar.
El menosprecio es para mà uno de los más graves de todos. Un rival diezmado, con una de sus figuras lesionada, sin DT titular y sin estadio lleno se sumaron a 15 minutos de dominio y posesión total de Millos para hacerle creer a los jugadores -incluso a nosotros también- que era un partido que se iba a sobrar. Y la falta de humildad y seriedad nos cobró cuenta. Carlos Sierra la habÃa facturado hasta la saciedad contra el club azul y aún asà lo dejamos pasear orondo por el área, asà que la rueda de prensa demuestra que sà se menospreció esa efectividad del jugador (y el equipo) local.
Marcas y vocación defensiva nulas, en combo con errores del portero: segundo pecado mortal. No se explica cómo una pelota quieta en contra muestre tantos errores colectivos, cómo en el nombre de los dioses le hacen un gol a Llinás y Vargas en sus narices Y VINIENDO DE UN SAQUE DE BANDA, y cómo y de nuevo Andrés cree que no tiene rival en un duelo de fuerza y velocidad por la banda donde él es el último hombre (de nuevo el menosprecio). Y Montero, héroe en todas la jornadas previas, villano en los tres goles que lo cuelgan, le pasan entre las piernas y por su palo. Insólito.
Falta de simpleza en juego ofensivo, un pecado que no sólo cometimos sino que el rival persignó con eficacia. Centro, gol. Rematar apenas se pueda, gol. Levantar cabeza y castigar, gol. Es fácil. Es básico. No es de trazar tangentes, hacer maromas, intentarse sacar hasta los recogebolas y ahà sà buscar el arco. No es temer al error y no disparar para hacer un pase a Celis y al saque de meta cuando tienes todo el panorama y eres el capitán dentro y fuera de la cancha (asà el segundo rol se te vea mejor). No es de saber que tienes tres compañeros esperando el pase pero prefieres adornarte de figura y buscar un remate sin ángulo ni augurios. El fútbol es sencillo.
Aunque a muchos no nos guste, el toque atrás es mejor que regalar balones, dominio y contragolpes. Un pecado que generamos solos en el medio campo y tres cuartos de cancha cada que quisimos. Si el rival no hace presión alta y nos da tiempo para pensar, a pesar de cubrir los receptores, la ecuación es lógica: hacer el mismo trabajo que en Bogotá con rivales que se esconden, tocar seguro, ser pacientes y buscar el hueco, en lugar de volver al daltonismo y envolver el esférico en papel celofán para dárselo al contrario.
Y el último yerro -de tal vez una lista más larga que paso por alto- el de la ausencia de autocrÃtica y el desmantelamiento del barco. Puede que Román no esté bien pero sà en el ojo del huracán, pero es que nadie jugó bien; y sacarlo y volver a improvisar el medio campo no debÃa ser el fin. Stiven puede reemplazar hasta a Catalina Chica, pero hay que mantenerlo donde mejor lo sabe hacer y nos sabe ayudar. Richard querÃa jugar para Richard, no para Millonarios, él era quien debÃa salir en lugar de sacar a un Jader que podÃa tener más minutos y asociarse hasta con el mismo Márquez. Y si Murillo es más eficaz y veloz y fuerte y pensante que Perlaza, ¿para qué sacrificar un cambio que debió ser titular?
Leandro Melo hablaba en su columna de la semana pasada de una actitud humilde de Millonarios al defender su liderato. Y aunque hasta antes del partido en el Pascual concordaba, hoy siento que sà pecamos de divos y tenemos una larga lista de enseñanzas por asimilar y un juego que recuperar. Porque todos siempre sacarán sus mejores versiones contra Millos y cómo tal debemos respetarlos. Porque nunca debemos subestimar a quien enfrentamos en Liga, Copa o amistosos. Porque en partidos donde hacemos todo mal, uno o dos goles no pueden maquillar que un 3-0 en contra era muy merecido.
Carlos MartÃnez Rojas
@ultrabogotano
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