El dÃa después: somos la sonrisa
Creo que fue una noche maravillosa. Una de esas donde la distensión estuvo presente no solo en el campo de juego, sino en la rueda de prensa. Los carcajeos cómplices de Don Alberto, al mencionar a Llinás, llenan de optimismo a todos los hinchas. Una vez más podemos volver a sonreÃr.
En el rectángulo sagrado, los hombres y los niños se divirtieron. Millonarios solo tuvo una situación real de gol, un remate desviado y cerquita del palo superior que resguardó Montero, ese que espera la verdadera exigencia. Fintas, gambetas, pases en corto. Anoche paseamos tomados de la mano con total tranquilidad. Luis Carlos Ruiz no solo se auto exige con frecuencia: es el socio que, con sus pies o su pecho, entregó el balón para que los otros matadores enterraran la estocada final. Es un obrero. Son pocas palabras para describir lo bien que él hace al juego del equipo.
Mackalister, el capitán, quien celebró extendiendo su mano como una espada desenfundada, nos regaló una media tijera en el primer gol. Luego, un lujito de espalda al arco de Soto, quien se comió el segundo recordándonos que los morros no son exclusivos de otras plazas. Esa protuberancia vegetal terminó de acrecentar los miedos de los Jaguares, confundidos en su estilo de juego y enmarañados cromáticamente con el color del césped, una sensación horrible para los ojos.
No hay dudas. No hay problemas. Todo es fiesta y tranquilidad. Hemos llegado a casa realmente extasiados. Millonarios nos tiene en estado de tranquilidad y anhelando que esta vez sà sea. ¡Que, por Dios, ahora sà nos toque! Que merecemos más que un premio y que necesitamos comprobar de una vez por todas la veracidad de tocar el cielo con las manos en una noche futura. Para eso, está la cuota inicial al reverso de las instrucciones: la semifinal de Copa ante MedellÃn es el obstáculo ideal para sortear.
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La visita de Jero Freixas, un tipo que nos hace sonreÃr con sus ocurrencias futboleras, grabadas en video desde el clóset de su casa con su pareja, fue el colofón de la noche. Se llevó regalos, libros, fotos, camisetas con su nombre y el aplauso del respetable. Su alegrÃa marcó el sÃntoma de nuestra noche, disfrutar la placidez dentro de una cancha de fútbol. El verdadero premio que merece ese señor es ver a Messi levantar los seis kilos que pesa la Copa del mundo en Catar. Nosotros somos la sonrisa que mira desde lo más alto de las dos tablas del fútbol colombiano.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco
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