El día después, número 11
Todo parecía ir bien en Barranca. Hasta el calor de 29 grados nocturnos parecía normal la noche anterior. Casi un mismo equipo, con la novedad de Wuilker convocado a la selección venezolana: con Ramiro, todos estamos tranquilos. Don Miguel no alineó los tres extranjeros, con especial atención en Hauche: el partido pasado ante Rionegro fue titular. Ovelar al frente, con Elíser y Ayron como extremos. En el medio campo y la defensa, la normalidad esperada.
El golazo de Carrillo, luego de 15 minutos iniciales verdaderamente soporíferos, parecía que marcaría el camino normal que llevaba Millonarios: ganar como visitante o al menos arañar puntos. Nos fuimos al descanso tranquilos, pensando que no debíamos aguantar tanto, sino controlar el partido. Apenas nueve minutos bastaron, contados por Juan Sebastián Gómez, estadígrafo de MundoMillos, para que el equipo cayera estrepitosamente. Uno, dos, tres goles. Inaudito. Con más corazón que ganas y los últimos 15 minutos con un hombre de más, Carrillo vuelve a descontar con un cabezazo. La cara de Don Miguel, enfocada antes del pitazo final, fue un soneto al desasosiego. Fin del partido.
Alianza Petrolera nos tiene aburridos este 2018: sumados al punto que nos sacó el primer semestre, con gol convertido en los últimos 15 minutos, ayer nos repasó en concentración con dos cambios. Juan Cruz Real, ex jugador embajador, no es un genio ni un mago: simplemente entendió qué jugadores debía ingresar, qué teclas debía tocar en el andamiaje de su piano amarillo y tuvo suerte. Porque en el fútbol ese componente, a veces, es necesario que nos golpee. Esto no es de Barreto, Elíser o Hauche: esto es de toda la plantilla. No tuvimos magia.
No se va a perder la cabeza por tres puntos perdidos. No va a pasar nada con nuestro técnico y los jugadores porque gozan de completa estabilidad. El esquema de juego no va a regenerarse con esta derrota, empero cuando Don Miguel pidió jugadores para sostener el modelo, no para cambiarlo. Pero vale la pena decir que es lamentable perder un partido en esos nueve, doce o quince minutos, con una nómina que si no es la más cara del país, pega en el palo. La jerarquía, palabra que debe usarse correctamente, implica dos valores adicionales: concentración (nos desnudaron en ese poco lapso) y orden (el delantero de área es el primer defensor, hasta llegar al portero).
Por supuesto que hay calentura, en exceso. No fueron buenos días ni tuvimos una noche agradable. El buen juego, la contundencia, el descanso necesario con esta seguidilla de partidos, la rotación, el estado de ánimo, el “comer, dormir y descansar”, no pueden ser más importantes que esa chispa suprema que se llama ponerle corazón a lo que estamos jugando. Es el mes más complicado que hemos tenido en varios años, por un calendario agotador. Hay que darle un palito a Don Miguel: son 25 profesionales y así como cuando uno juega mal, la oportunidad para el suplente es necesaria. Todos sabemos el módulo, maestro, pero no todos conocemos a todos los jugadores. En la guerra hay que sorprender y no ser predecible. De usted no dudo, profesor, en absoluto. Sé que, como Cruz Real, sabe dónde está la manija de las victorias. El ciclo goza de plena salud: no podemos enfermarnos en este momento del torneo.
Confiamos en ustedes y tienen nuestro perdón; lávense la cara, descansen y métanse todos en la cabeza que el domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar.
Próxima parada: el Junior de Comesaña.
Leandro J. Melo C.
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