El día después: la papaya servida

Casualmente, Once Caldas había perdido la última vez en el Palogrande contra Millonarios, con gol de Elíser Quiñones, en marzo del año pasado. Ayer la suerte no fue idéntica, sino que un error milimétrico, determinó que los embajadores perdieran el partido.

No hay que hablar de táctica cuando el que gestiona las órdenes no es el mismo que las interpreta: el director de orquesta no puede tocar el trombón, el xilófono y la percusión al mismo tiempo. Lee la partitura, introduce sus variaciones y deja que su grupo musical haga su trabajo. Si algo gusta de la obsesión de nuestro entrenador es que lee los encuentros antes de ejecutarlos, el primer tiempo es muestra de ello.

El ritmo de cada partido es diferente, pero Jorge Luis Pinto apela a la presión alta y el juego táctico, de posición: le interesa controlar el partido a través del balón y cuando éste no se tiene, revisa cómo podemos recuperarlo. Dos tiempos y dos miradas distintas: en el primero, remates al arco, donde el portero fue figura; rapidez en las transiciones, solidez defensiva con juego zonal y medio campo sacrificado en la marca. Es el Millonarios ‘made in Pinto’.

Para el segundo tiempo, el balón, de forma grosera, no fue nuestro sin que eso haya permitido que Millonarios no pudiera controlarlo: 4-1-4-1 para Once Caldas, lectura precisa del local, hasta un saque de banda cedido, que no revestía mayor peligro. Desde oriental un lanzamiento a dos metros, centro al área y Felipe Román marcó detrás del jugador blanco: craso error. El gol toma a contrapié a Faríñez y llegó cuando faltaban menos de 20 minutos para terminar el partido.

Los cambios llegaron desde los 51 minutos de juego. Es decir, hay recursos para volver a tener el control del balón (Barreto fue el primer sacrificado), hasta llegar a Juan Guillermo Domínguez como volante central, para darle descanso a John Duque. Elíser, quien había sido el verdugo hace unos meses, entró rápidamente enchufado y generó dos escaramuzas. Pero de ahí, hasta el pitazo final, no se pudo empatar.

Las diferentes fases del juego en Manizales permiten entender que Pinto trabaja con ahínco el equipo: es su compromiso, su sello personal. Pero un simple saque de banda no puede convertirse en gol, menos con el trabajo realizado durante la semana. Jugadas puntuales definen partidos, nada nuevo bajo el sol, y un Once Caldas, serio, aplicado, rápido desde el medio campo, vio que la papaya estaba servida. Que no vuelva a suceder, por favor.

Próxima parada: volvemos ¡por fin! a nuestra casa, contra un necesitado Bucaramanga.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco