Juan Camilo Salazar

El niño biche

Muchos estudiantes, de colegio o universitarios, esperan hasta el último momento para pasar el año escolar o el semestre. Dentro de esos estudiantes, algunos no dan espera y se esfuerzan durante todo el calendario lectivo para finiquitar sus tareas. Pero otros esperan hasta el final para una oportunidad más. Seguramente Juan Camilo Salazar, aventajado de su clase, quiso ser éste último tipo de estudiante: hoy no lo sabemos.

En el aeropuerto, dos reporteras / periodistas preguntaron al joven de Zarzal por su estatus dentro del equipo. “Eso es puro humo”, espetó el muchachito. Luego nos enteramos que el experimentado periodista Walter Safarian (conductor de un precioso programa de fútbol histórico) también llamó al jefe de prensa, César Ardila, para preguntar por lo mismo: el primer colega le contestó al segundo colega “nos estamos enterando por ustedes que existe ese interés”.

Entre la llegada a Eldorado y el final del partido pasaron casi 36 horas. El deadline del mercado de pases argentino se cerraba ayer jueves, a las diez de la noche hora colombiana. Justo en El Carretero, con Salazar convocado y probablemente titular en la cabeza de Pinto, se terminó de cocinar la venta del 50% de su pase por un poco más de un millón de dólares. ¿Nadie sabía? ¿Quién no sabía? ¿Dirigentes, jugador, representante, jefe de prensa, compañeros?

En este mundillo del fútbol nada está escondido. Y si lo está, será por poco tiempo. Desde el ascenso de Salazar con Miguel Ángel Russo al primer equipo, hasta el debut en Liga de 2019, el joven acumuló 27 partidos como profesional. Parece que vender mangos biches está de moda y sin desconocer las cualidades de aquel jugador, eligió partir hacia el extranjero con la promesa, no lo sabemos, de llegar al fútbol grande. Promesas, solo promesas.

Desde ese debut, como extremo por izquierda, gambeteador y rapidísimo, vimos la mutación en su desplazamiento al centro del campo, donde se hizo notar a los ojeadores de Millonarios en sus inicios. Empezó como 10 neto y le estaba dando un dolor de cabeza a los grandes, Marrugo y Montoya, porque él sería quien guiaría el equipo con sus dotes geniales. Otro que se va sin disfrutar a plenitud: en Envigado fue su último partido como jugador de Millonarios. Vimos su transformación, más no así su desarrollo. Una pena para la retina del hincha.

No sabemos si volverá, pero su salida nos alecciona: tenemos claro que todas las informaciones que emanan de los protagonistas del juego son difusas y de color gris. Con ellos, nada es negro o blanco, sí o no; todo está enroscado en el conveniente silencio del dinero y la oportunidad.

En este mundo es raro que un jugador se moja los pies, como Fernando Zampedri, que pasaría de Rosario Central a Independiente de Avellaneda. Él, jugador experimentado, aclaró que su futuro sería mejor en el club rojo, que era profesional, que necesitaba asegurar el futuro de su familia y por eso se quería ir. Aun debiéndole dinero, el club ‘canalla’ dijo que no saldría y se siente rehén en Rosario. Eso sí: prometió que su rendimiento no mermaría porque es un profesional. La diferencia, comparado con Salazar, es la madurez plena para tomar decisiones.

Se fue biche y ¿regresará maduro?

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco