El dÃa después: la búsqueda
Tuvo que pasar una semana para digerir el problemón armado en Cali. Masticamos la derrota más de treinta veces, la misma cantidad que recomiendan los especialistas para digerir la comida. Los tiempos decidieron que Millonarios alinearan un chico de la cantera, Rosales, como el lateral derecho. Pueden odiar a Román y Perlaza por igual: nos hacen falta. Sufrimos en ese espacio del terreno de juego.
No supimos lo que nos aguardaba este viernes antes de Semana Mayor. Las genialidades de Mackalister estaban reservadas para los creyentes. Partido casi perfecto para él, quien buscó su tripleta por todas las formas. El comportamiento de él rige al equipo. No se pide menos y tampoco hay que exagerar en las formas: si es el adalid de Gamero, debe esforzarse; si está cansado, debe salir. Serán dos goles para el recuerdo. Dos composiciones excitantes, sensuales, para repetir por cualquier medio posible.
Millonarios nunca pasó marcha forzosa ni trabajo alguno con excepción de los últimos 15 minutos. No sean sobreactuados que no sufrimos. El gol de la visita, el mejor pega-patadas del torneo, debÃa llegar porque eso nos permite estar alerta hacia el futuro inmediato. Menos mal ya estamos clasificados: sin los dos laterales titulares, improvisando a Vega y con Rosales acalambrado, somos más que generosos. Esa sumatoria de puntos nos regala algo que no tenÃamos: la capacidad de futura invención para la resolución de ecuaciones obligatorias en los momentos claves por venir. Es bueno que debamos idear porque de ahÃ, como el laboratorio entrenado del primer gol, salen cosas inauditas e inexplicables.
Salà feliz y dichoso por dos cosas. Uno, poco se habló de Larry Vásquez, ‘Der Panzerwagen’ del medio campo, y esa salida desde las manos de Ãlvaro Montero: ellos dos serán los nuevos lÃderes del equipo. Y segundo asunto: me encantó ver el Palacio del Colesterol abierto, recibiendo los mismos comensales y bebedores sociales de casi siempre. Doña Otilia, primera caseta entrando a mano derecha, tuvo que palidecer una trombosis por el estrés generado en el cierre obligatorio. Aun asÃ, ahà está la viejita, sólida, atendiendo su changarrito, dando de comer al hambriento y de beber al sediento. Son rituales, costumbres, retornos. A partir de ayer, en el Nemesio Camacho, empezó seriamente la búsqueda de la estrella número 16.
Leandro J. Melo C.
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