Medellín Millonarios 2022

Con cabeza fría: Seis puntos

En la cancha, un descontrol total. Millonarios pasó de estar a punto de empatar con la explosividad del trío Ruiz-Sosa-Celis, tiros libres, arremetidas por ambos extremos, combinaciones para los pases atrás y los remates, hasta atropelladas de todos y todo, a 55 minutos de resignación más que de ilusión, porque nos dedicamos a sacar figura al portero suplente, porque más allá de la posesión y las escasas incursiones del local no evidenciamos el hombre de más. Sabíamos que no lo íbamos a ganar; tal vez un empate arañado, pero nada más. Y ni eso.

Los cambios desesperados y desordenados del profe Gamero, la utilización -en todo esplendor de la palabra- de Guerrita para patalear y patear la lonchera al sacarlo de nuevo con un Pereira que no marcó ninguna diferencia (hizo más Márquez en la misma cantidad de minutos), el vaivén de Murillo y Stiven en tres posiciones distintas y la ineficacia de un Macka que demostró que aún le falta, que equivoca pases, malogra ataques, genera contras y que enreda hasta una rueda de prensa… Las huellas indelebles de uno o tres puntos a los que nunca tuvimos cercanía y que nos condujeron a la primera derrota de la noche.

La segunda, la de la tribuna. Ojalá Salomón Bitar haya ido el miércoles a Medellín con César Ardila y los demás encargados del mercadeo y las comunicaciones en Bogotá (y no sólo a adornar el banquillo de las Embajadoras en un partido a puerta cerrada en casa, disfrazándose de asistente técnico). Venta de camisetas, después del primer filtro, tienda en la tribuna en la que entregan bolsa reutilizable contramarcada y coleccionable, foto semblanza de rueda de prensa, patrocinadores regalando balones, gorras, termos y hasta yogures; concursos de penales como alguna vez vimos en el Campín, fotos al borde de la gramilla, juegos con inflables, y una total armonía entre la institución y su activo: el hincha. Ese activo que ve un diálogo entre sus dirigentes y las autoridades locales para permitir extintores inofensivos y banderas patrocinadas que decoren los partidos. Congruencia. Consonancia. Pertenencia.

‘El Mechu’ Jiménez lo rescató en sus idas a Ecuador y Brasil, en el amistoso contra Emelec y el fin del periplo de Libertadores: el terreno que nos llevan en explotación de la marca es magnánimo. Pero antes de cruzar la frontera, miremos hacia acá y cómo se logran tantas cosas cuando el enamorado de los colores tiene una pizca de importancia para los dueños del Club. Y si seguimos reduciendo el círculo, veamos de reojo al vecino y su cuenta adicional en Twitter para comunicarse con su hincha y responderle una pregunta (Valentina y Julián también pueden dar una mano). Y ahí, tal vez ahí y con cambios en ese canal de comunicación destrozado y demandas a un patrocinador que luce en los torsos de cada hincha embajador, la comunión vuelva a ser una realidad y los partidos vuelvan a vestirse el traje de familia, del que babean en asambleas y ruedas de prensa pero se queda en balbuceos someros.

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano