Millonarios 2022

Con cabeza fría: Padre Nuestro

«Vengo volando muy bajo, buscando algún claro dónde descansar». Atrás quedaron los días agridulces de la semana que ayer culminó. No sólo por el avance del tiempo en sí, sino por la prelación y relevancia de este duelo próximo, el segundo del semestre en el Metropolitano y el primero en la lista de importancia, nuevamente, si se tienen en cuenta los dos de esta semana que hoy encuentra su génesis.

Muy hermoso -inolvidable en lo personal- el triunfo en el minuto 93 de los pies de Jader Valencia, con el suspenso de la decisión arbitral y la angustia de pasar, de haberlo podido perder por dos o más tantos, a la alegría y el baile patrocinados por la habilidad de Carlos y las dos modificaciones exitosas del segundo tiempo, a manos de un Alberto Gamero que acertó en sus elecciones y obtuvo un SEÑOR premio. Así en letras mayúsculas. Extraño y hasta injusto si se quiere -no para los periodistas que transmitieron el juego en una de las emisoras de FM que cubre el fútbol bogotano en vivo- aquella otra disputa contra América en un Campín que alojaba a Millos después de un buen tiempo a plena hora de onces; un rival que fue complicado y aguerrido, que también se salvó pero que al final le rapó el libreto de tres días antes al Embajador para ser esta vez el actor del final feliz e inesperado. 

«Cielo bonito, devuelve mi alma. Cielito, yo te pido otra oportunidad». Ahora la semana inicia. Una nueva. Y este segundo duelo en tierras barranquilleras será también la segunda oportunidad tangible de Alberto Gamero para ir lustrando el anaquel de las vitrinas azules e ir perfilando ese trofeo que tenemos tan cerca. Aterrizarían Montero y Llinás a una nómina que siente más necesidad, después de esos dos juegos obligados sin ellos, del segundo. Porque Juanito no tuvo responsabilidad en lo recibido y, por el contrario, fue salvador en los cuatro tiempos bajo su batuta en el arco. Y otra ventana para ver aquellas variantes del samario y volver a darle brújula a un ‘Danny’ Ruiz que dejó su protagonismo, y a un medio que en papel me sigue dejando dudas sobre la posibilidad de contar con Pereira por los tecnicismos que podría alegar el clan Char, y finalmente lo que importa: para lograr el resultado que nos deje lo mejor parados posible de cara al mes en que aguardaremos pelear ese trofeo para la vitrina y un cupo internacional real.

Una nueva final oficial de Millonarios con público después de más de cuatro años y medio. Una senda que arranca en dos días. Una batalla que tendrá un escenario mucho más hostil, contra un Junior que vuelve de ganar y pelear en la Liga (aunque el 60% de sus perseguidos tenga uno o dos juegos menos que ellos a este momento). Un partido que necesitará explotar todas las fortalezas vistas en Barranquilla y Bogotá, así como corregir todos sus errores propios. Porque mientras al otro lado del charco sólo faltan dos puntos para cerrar el primer objetivo, en éste se lee un inexorable ‘AHORA O NUNCA’ que, siento, tanto a los hinchas y el Club como al profe nos hace tanta falta, para sacudir toda esa sal y erigirnos como favorito al segundo objetivo del semestre. No para los medios o los demás, sino para el propio convencimiento. Y como entonaron los Cadillacs horas después del encuentro contra los caleños, «ver amanecer, pero del otro lado ver amanecer» y luchar por alcanzar esos dos soles que alumbren nuestra historia. 

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano