Equidad Millonarios 2022

El día después: un lindo bachecito

Hace algunos días, vi en Twitter que en un estadio europeo dos hinchas podían ver el partido en una esquina del recinto dentro de un jacuzzi. Catar, el epítome del lujo, ha mostrado que dentro de algún escenario hay camas disponibles: el uso de esos colchones dependerá de la calidad del encuentro, ya sea para dormir o descansar. En ambos casos persiste un concepto: élite. El fútbol bogotano se volvió un espectáculo de altísimo nivel adquisitivo, por lo menos para nuestro medio local. 80 o 100 mil más servicio es una cifra obscena para el pobre espectáculo de nuestra liga. La próxima cita como visitantes en esta ciudad amplifica y destruye el concepto primigenio del deporte rey: era una diversión popular. Si el valor al menos incluyera un canelazo, sería una caricia nocturna.

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Ir hasta Techo, en una ciudad convulsionada por el tráfico pesado, se hace una travesía digna de safari. Hay que esquivar toda suerte de obstáculos y el primero de ellos ya lo mencionamos, es el dinero. Una boleta expedida por Equidad se cotiza como un cuerno de marfil en Botswana. Sin embargo, lo que más produjo indignación no fue siquiera el valor del tiquete. Nada de eso. Lo peor de todo fue comparar boleterías respecto de otros cotejos con equipos que mueven el torniquete, como Nacional, Junior o América. Los dirigentes del verde bogotano salieron a cazar un rinoceronte azul con balas de salva y solo hubo 1700 asistentes que cayeron redondos en la trampa de la estepa.

Con Junior, primera final de Copa, quedó el sabor de la sangre con la boca rota solamente por el resultado. Los amistosos de Selección le restan piezas claves a Millonarios en otro mes definitivo: con apenas seis puntos para clasificar al cuadrangular, esas ausencias y resultados ponen nuestro torrente sanguíneo a bombear más rápido. A eso hay que sumarle la consabida ansiedad por llegar a esos numeritos velozmente para clasificar y descansar. Si se combinan esos dos factores, se vuelve casi insostenible tener buen estado sentimental, empero de la derrota ante Equidad.

Se pagó por incomodidad al recordar cómo Sabbag metió la única disponible desde un saque de meta del local. Hubo inversión en tiempo y pesos para terminar molestos con ese conjunto defensivo, cuando esperamos que en ellos exista algún resquicio del lirismo al que nosotros sí estamos acostumbrados. Dolió el orgullo cuando Millonarios interpretó con fidelidad el papel de Ballet Bolshói que nos han endilgado y que nos hemos creído, sin ser punzantes, de trazos finos en todas las líneas: fuimos muy torpes en la ejecución final del ‘pirouette’. Como si fuera poco, con el de anoche hemos encajado ocho goles en las últimas seis disputas. Estamos inmersos en un lindo bachecito: nada más edificante que la confrontación en medio del confort de los puntos obtenidos en ambas tablas. Jamás olvidemos que somos muy buenos, pero no así los mejores. Solo una noche basta para creer que somos los peores porque algo se desencajó de su curso normal. Hay que retomarlo. Es hora de regresar con premura a la idea primaria.

Don Carlos Mario, el líder de la manada aseguradora, quedó satisfecho al ver que recibió menos de 2000 personas en una noche nada subsahariana, ambientada en el césped del antiguo Hipódromo de Techo. Todavía hay gente, como ellos, que son felices con muy poco. 

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco