Canto de gol: cemento y humanidad

Mañana arranca la aventura continental para Millonarios en la Copa Libertadores. Pero nuevamente por cuenta de la falta de un escenario apropiado en Bogotá, un concierto tendrá efecto directo en el aforo de los hinchas Embajadores asistentes al Campín. Y si con la pasada administración local la gestión era nula, con ésta o las venideras el panorama parece que no cambiará.

Existirían tres soluciones posibles y puntuales para esos casos en los que Millos ve afectada su localía en la capital. La primera, arriba mencionada, sería la más lógica y de fácil inversión privada; pero el metro imaginario es por ahora y por mucho más tiempo la prioridad. La idónea pero más distante es nuestro añorado estadio propio, que aunque se haya mencionado en la asamblea de hace un año como posible, en la de éste se diluyó por cuenta de la sede que es el proyecto inmediato a mediano plazo (ojalá sea corto).

La tercera sería entonces, a cualquier luz, la más viable y de más fácil ejecución: la optimización del Estadio de TechoPensando en grande y en una alternativa para los torneos Conmebol, el Metropolitano tendría que aumentar la capacidad -el boquete de occidental, un sector nuevo en sur aprovechando las condiciones distritales del parque de diversiones y sus dueños, y las conexiones de norte con oriental y occidental- e instalar un tablero electrónico, que con la estructura de las luminarias de la esquina nororiental sería sencillo.

Pero el tema pasa por voluntades. Un cemento que le queda corto al lindo tapete verde del sector de Kennedy donde ganamos el sábado no es lo único que necesita ser refaccionado. La gestión humana también debe cambiar y mejorar; la zona de periodistas no puede ser un remache de mesas improvisadas y aleatorias, en donde según la silla elegida se pueda o no contar con un apoyo para los computadores, pero en donde ni de broma hay electricidad disponible (mucho menos conexión a red).

Los baños no pueden ser únicamente dos para todo un sector y ellos ser cerrados para agilizar la evacuación del público y periodistas asistentes, como si orinar llevara más de 5 minutos adicionales de apertura; la zona mixta femenina tiene los mismos derechos que la masculina, y no debe ir al rincón más oscuro de aquel corredor que rompe occidental; y la empresa de logística contratada debe entender que quienes cubrimos fútbol profesional vamos más allá de los 90-100 minutos de juego, y no obligarnos a desalojar el escenario a pesar de vernos con nuestros equipos y micrófonos haciendo nuestro trabajo para el cual fuimos acreditados.

Yumbo, Piedecuesta o Floridablanca me han enseñado algo, es que sus escenarios sin ser de estándares internacionales cumplen al menos con una premisa base: están al servicio de seres humanos y son seres humanos pensantes y racionales quienes los administran. Si en Bogotá algún día la plata deja de ser lo primordial, y entendemos que nos podemos tratar con respeto, desde ahí podremos ilusionarnos con un segundo estadio de fútbol digno para jugadoras y jugadores, hinchas, cuerpos técnicos y comunicadores que cubren fútbol profesional.

El canto de gol para acompañar esta lectura es ‘Todo Sigue Igual’ de la banda catalana Burman Flash.

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano