Nuestro Señor Russo
Un breve homenaje para Miguel Ángel Russo: comandante, capitán y señor.
A veces tenemos suerte.
No sé cuántas personas han podido tomarse una foto con Miguel Ángel Russo, pero todos tenemos una primera vez. Me pasó post partido en el Arena Corinthians. Jamás imaginé ese momento, en ese día, luego de ver un poquito de historia embajadora en esa ciudad. Era más fácil verlo acá, en Bogotá, antes que en un partido internacional. Todo bobo es de buenas, ¿no?
Lo cuento porque apenas bastaron tres o cuatro minutos en zona mixta para conocer qué espíritu posee ese guerrero. Me encantaría decirles, a ustedes, qué me dijo en esos breves momentos: el off-the-record es el código tácito que tiene un periodista (lo soy) para no divulgar lo que todavía no se puede saber. Russo tiene una sonrisa que envuelve, catalizadora: solo con ella se puede intuir que el equipo está en las mejores manos y tiene el perfecto doctorado en copas internacionales (“las noches de copa, son noches de gala”), ganando una con Boca Juniors. No es un perico de los palotes, ¿eh? Dentro de ese brevísimo momento, sentí que Russo está con ese fuego interno de levantar una copa diferente al torneo local. Vamos a ver…
Todos estamos pendientes de lo que dice el verdadero capitán de Millonarios. La entrevista que le hizo César Augusto Londoño al final del año pasado, post guayabo de la quince, es para atesorar. Luego, revisamos la ‘tele’ argentina para saber, previo tratamiento contra el maldito cáncer (“The-Cancer”, Deadpool dixit), cómo se sentía y qué deseaba. Nos dolió su enfermedad, inicio y final, pero más todavía que nos hayamos quedado sin él una buena parte del torneo local y un pedacito de Libertadores. Volvió, respiramos hondo, enjugamos lágrimas por su retorno y seguimos adelante. Ustedes lo escucharon hace dos semanas: “estamos fuera de Liga por un punto y en Copa, fallamos en la definición”. Nomás. Clarito, sencillo y al punto.
Luego de sacarle la suerte a Estudiantes de la Plata en octavos de Libertadores, viajó desde Luque a Buenos Aires y ayer habló en el programa de Sebastián Vignolo, ‘El Pollo’. Una charla larga, amena, con amigos y uno que otro imbécil de panelista, que hace preguntas estúpidas para poner una astilla en la planta del pie (allá también hay: no solo es un problema nuestro). Habló de Boca, de los jugadores, de los códigos y cómo Carlos Bilardo lo dejó fuera de un Mundial (“cuando seas técnico, me vas a entender”, espetó el abuelo del bidón); nuevamente de su enfermedad y cómo “se ocupa y no se preocupa”. Emotivo y siempre flanqueado por Doña Mónica, dejó lecciones. Siempre lo hace: es una máquina de la enseñanza.
Tenemos suerte, chicos. Muchísima. ¿Hay claridad sobre los quilates de Miguel Ángel Russo? ¿Ya nos percatamos de su importancia y posible legado? Nos quiere, a los colombianos, embajadores o no, porque respetamos su intimidad en la enfermedad. Nosotros lo amamos porque es un ejemplo de vida, que nos ha permitido celebrar ante dos rivales, uno histórico y el otro… Ese. Nos identificamos con Russo porque dentro de la familia embajadora hay dolores y enfermedades que no se curan fácilmente: él nos enseñó a pelear, porque “todo se cura con amor”. Él es el artífice de un proyecto que todavía no tiene techo. Mi padre dice que el cielo es el límite y estoy firmemente convencido que con él vamos a seguir soñando y vamos a ganar mucho más. Seis refuerzos y salimos campeones otra vez, aquí y allá, segurísimo. Eso sí, dejemos trabajar al viejo porque junto a Gottardi (¡otro crac!) y Cinquetti, saben.
Somos suertudos.
Leandro Melo.
Twitter: @lejameco