Taches arriba: la misma fiesta con diferente vestido
He terminado la serie «La primera vez», en Netflix. Es colombiana y debo decirle ¡infinitas gracias!, a todos aquellos espectadores que van a ver la saga de películas «El Paseo», porque gracias a ellos Dago García tiene recursos para producir este tipo de buenos relatos audiovisuales.
En uno de los capítulos, los cinco muchachos protagonistas van a una fiesta en la casa de la misteriosa Eva, su compañerita que siempre tiene dinero para la cerveza, el billar y el cine. El contexto de la historia son los finales de los años setentas, donde los chicos vienen de familias a las que no les falta la comida, pero entienden que se deben ganar las cosas con mucho trabajo. La vestimenta de ellos en ese ágape es el punto principal de esta columna: hay otras ‘sardinas’ mucho mejor engalanadas que ellos y los ‘pelaos’ son víctimas de algunas burlas, miradas inquisidoras, por las ‘perchas’ estrafalarias, raras, extrañas, pero comunes a los ojos de ellos, porque entienden que así se ven mejor que bien. Solo hay eso para impresionar y cortejar.
Las cosas que se hacen bien se deben aplaudir y gracias a la Copa obtenida el año pasado pudimos disfrutar un poquito de ese evento anual que históricamente ha resultado demasiado esquivo: apenas hubo para cuatro partidos previos a la fase de grupos de la Libertadores. El hincha, como usted y yo, sueña. Nos gusta fantasear pensando qué sería de nuestra vida emocional si llegásemos a la “cuarta fase” del principal torneo continental. Por ahora y hasta nueva orden, seguirán en blanco y negro esos recuerdos de semifinales en ese certamen, como la señal de la televisión que disfrutan los protagonistas de «La primera vez».
Hay vestidos Versace y hay otros confeccionados por Pepa Pombo, ambos alta costura. Nos pusimos el ‘outfit’ más indicado, el que podíamos comprar, para una fiesta a la que nos invitaron por sobrado motivo. Si estuvimos o no a la altura, es otra discusión. No fuimos menos ni más que ellos: simplemente la diferencia se hizo notar y la nueva experiencia de otra primera vez nos trae a nuestra verdadera realidad. Cuatro puntadas definieron la serie: mala salida de Leo Castro con el balón, el abandono de la marca de Perlaza, la salida de Giraldo por Uribe y la pirueta de Hulk, terminaron de coser el marcador sobre el húmedo maniquí del Estadio Mineirao.
La Sudamericana se antoja como una celebración menos atractiva comparada con la Libertadores, pero ahí veo, en primera persona, dos revanchas pendientes en el mismo plano: Tigre de Argentina e Independiente Santa Fe, nuestro consabido rival de patio. Tengo ganas de ir a esa juerga y para ella, diseñar otra vestimenta que se vea más acorde a nuestro nivel y abolengo internacional.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco