Sobrediagnosticados
Y sí, volvió a pasar. Nos quedamos llegando a la orilla después de un largo viaje de amores y odios. No supimos manejar la presión de llegar a la última fecha con la primera opción de clasificar y fuimos superados por un rival que ayer, con muy poco, parecía que fuera el que aspiraba a disputar el título del finalización.
No quiero mencionar la palabra “jerarquía”. Saquen cada uno sus propias conjeturas de si nos faltó o no (¿o nunca la tuvimos?), pero si algo es un hecho es que con esta ya son tres veces que nos pasa lo mismo, en la misma instancia y en la búsqueda del mismo objetivo.
Aún estoy atónito de lo que vi en El Campin. Un equipo sin alma, muerto del miedo, peleado con el futbol, físicamente cansado, poco resolutivo desde el campo y desde el banco. Merecido por el Deportivo Pereira, que definitivamente fue el equipo más regular del cuadrangular y a quienes les deseo que levanten su primer título.
Volvió a pasar porque nunca afrontamos los males endémicos del equipo. Aquellos que todos conocíamos pero que omitimos, cegados por el corazón, por los buenos resultados que se iban dando a lo largo del torneo pero que en el fondo siempre estuvieron ahí, visibles y esperando para salir a flote.
Hoy todo lo que se diga acá va a parecer una obviedad, por supuesto. Millonarios está sobrediagnosticado y sus males se atacan con pañitos de agua tibia, con complicidad de algunos. Los directivos no quieren invertir en jugadores de categoría y confían en que la lampara mágica de Gamero y Pitirri saque una nueva joya juvenil que explote en la cancha y llene sus arcas. Sabíamos desde el inicio que para ser campeón debíamos traer experiencia y categoría, dos características que tiene pocos jugadores y que son los que marcan la diferencia en este tipo de instancias. Sí, en estas instancias donde de nuevo quedamos eliminados. Pero nunca lo hicimos y tal vez, mientras esté Grupo Amber, no lo hagamos.
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La nómina era corta, era una realidad. No podíamos pretender afrontar un torneo con dos volantes de primera línea no más, porque en cualquier momento se podían lesionar, expulsar, pasar por un mal momento deportivo. Ahí la nómina estuvo mal confeccionada, porque tener a García (que nunca explotó y no creo que lo haga), Victoria (apareció de casualidad en este torneo) y Kliver (desde su lesión no es el mismo) no era garantía para una posición tan decisiva en el futbol moderno. Y no podíamos pretender meter y exponer a nuestro capitán, de 36 años, a que raspara y pegara como su fuera Mascherano, no siempre iba a salir.
El futbol se gana con goles. Y hay jugadores expertos en esto y que nacieron tal vez con un don de poder hacer lo fundamental en el fútbol. Quisimos creer que Luis Carlos Ruiz era, cuando desde el inicio de la temporada analizábamos sus números y sabíamos que era un delantero de una o dos buenas temporadas, que es más colectivo que definidor. Asimismo, sabíamos que el recambio no podía ser Diego Herazo, a quien se le venció el contrato el día 30 de noviembre y a quien le deseo lo mejor en su carrera profesional, pero no en la nómina de Millonarios. ¿Poner nuestra fe en amuletos? No, él es un buen acompañante, pero no es el referente que necesita un equipo para salir campeón. Y para superar los cuadrangulares finales en donde, nuevamente, nos quedamos por fuera.
Los extremos son fundamentales en el futbol moderno. Tenemos un par de baluartes por las bandas: Daniel Ruiz y Andrés Gómez, pero que necesitaban recambio y otros jugadores que los retaran a mantener su mejor nivel, que los inquietara y sintieran el miedo de ir al banco de suplentes. Nunca se sintieron amenazados, porque el recambio fue un jugador que nunca dio la talla pero que era experto en subir historias a Instagram. Sí, hablo de Richard Celis, a quien le deseo lo mejor en su carrera profesional, fuera de Millonarios eso sí. Los otros “competidores” son canteranos que aún les falta mucho recorrido. Por eso nunca se sintieron amenazados, manteniendo un bajo nivel porque sí o sí iban a jugar. No había más. Millonarios necesita un medio campo ofensivo competitivo, con variantes para dejar de ser ese equipo tan predecible y al que los rivales tengan tan estudiado. Pero seguro eso ya lo sabían.
Mañana sale el sol. Menos mal tenemos mundial para distraer la mente, aunque la herida está ahí. Quizá se vuelva a abrir en junio/julio, espero que no, porque ya estando tan sobrediagnosticados sería el colmo que volviera a pasar. Duele, pero cada vez duele menos, espero que esto no se vuelva paisaje y no sigamos siendo los campeones morales del FPC.
Quiero terminar con una frase que, desde mi percepción, es algo innegociable: El técnico de Millonarios para 2023 tiene que seguir siendo Alberto Miguel Gamero Morillo.
Por Andrés Rey
En Twitter: @andresreyhdez