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Para campeonar no solo basta con jugar bien, también se requiere una serie de condimentos que deben mezclarse: fútbol, actitud, ‘calle’, estrategia, resiliencia, amor propio… 

Este partido revive una serie de fantasmas que nos vienen persiguiendo desde hace un año y medio. No exagero, no soy dramático, no es con ganas de joder, es una realidad lo que estamos viviendo. Es un bajón futbolístico, anímico y de confianza.

No te pueden hacer tres goles en 10 minutos, mucho menos en un clásico. El rival, con muy poquito, nos ganó un partido que era la oportunidad de reivindicación de las malas presentaciones recientes. A pesar de un buen primer tiempo, en el segundo carecimos nuevamente de eso que tanto hemos pedido y que nos ha costado títulos y eliminaciones: jerarquía. 

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Álvaro, un arquero de selección no puede dudar de esa forma en una pelota. Juan Camilo, es hora de evaluar si realmente estás para jugar en Millonarios. Jorge, ahora entiendo porque no te tienen en cuenta en las convocatorias. Juan Pablo, te quiero con el alma, eres un jugadorazo y me alegra que vayas a Qatar, pero tu pasividad y desconcentraciones en los últimos partidos nos han costado puntos. Juan Carlos, te echamos flores, te las comiste y te relajaste. Luis Carlos, vienes de más a menos. Israel, eres jugador profesional, no puedes trotar en una jugada de ataque rival y no te pueden pitar un mal saque de banda. Alberto Miguel, no había que prestar a los jugadores a ese microciclo inservible. Millonarios, Santafe no te puede ganar un clásico de esa forma….

Sigo montado en el bus e ilusionado con las posibilidades que tenemos de lograr un título, pero no puedo negar que este tipo de presentaciones revive los temores del pasado. Espero que esto sea pasajero y nos levantemos, y espero que de esta dura derrota aprendamos. Por último, no podemos darles papaya a quienes nos quieren ver caer, y hoy la dimos con toda. 

Por Andrés Rey Hernández
Twitter: @andresreyhdez