El porqué de los pesimismos
Trato de ser positivo frente a Millonarios, al fin y al cabo soy hincha y siempre desde la pasión querré ver ganar a mi equipo, muchas veces nublando la razón. Pero la verdad en esta oportunidad me es imposible defender o argumentar algo destacado de la pobrisima presentación de Millonarios en Coquimbo.
¿Por qué el pesimismo, si aún tenemos chances de quedarnos con el segundo lugar del grupo? Por varias razones, porque esta vez no puedo ser optimista. La primera razón es que nos acaba de ganar un equipo muy malo, lo cual nos lleva a pensar que nosotros debemos ser aún más malos para no haberle podido ganar. Es inaudito haber perdido, y es más inaudita la forma en que perdió Millonarios… sin alma, sin entrega, sin amor propio y otros factores que antes habÃan jugado a favor y que en esta ocasión brillaron por su ausencia.
A Millonarios le quedó grande la Copa Libertadores y la derrota contra Palestino dejó al desnudo los males endémicos que se vienen presentando y que salÃan a la luz o se escondÃan según el resultado. El más importante de esos es la falta de nómina de este equipo, que es algo que sabÃamos que pasaba desde principio de año cuando no se armó a la altura de la competencia.
Por otra parte, en Chile se vio muy mal Alberto Gamero. Es, sin duda, el peor partido planteado y leÃdo desde que está en Millonarios. Esta idea se enlaza con la anterior, porque desde que se dio la nómina de convocados vimos a un equipo sin alternativas de ataque en caso de algún resultado adverso, salvo un Santiago Giordana que cada dÃa está más en deuda con Millonarios.Â
Le tocó, ante nuevamente el fantasma de las lesiones, salvar los muebles al pelao’ Hernández al que improvisó como extremo para meter a su pupilo Danovis Banguero en un partido que habÃa que ganar. La lectura de Gamero fue pésima, nunca se vio intentar algo para revertir el marcador y falló nuevamente en el ‘timing’ de los cambios, dejando en cancha a un equipo reventado fÃsicamente por más de 80 minutos. Quiero mucho a Alberto Miguel, lo quiero siempre en mi equipo, pero hoy no lo puedo defender ni ser cómplice ante el pésimo planteamiento, lectura de juego y declaraciones post partido dadas por él.
La defensa de Millonarios, algo por lo que estábamos relativamente tranquilos, hoy no es capaz de cerrar un partido sin goles recibidos o yéndose en blanco en el conteo de errores individuales. Los que nunca fallaban ahora fallan siempre, sumado a una noche fatal de nuestro arquero que está seriamente comprometido en dos de los tres goles. Ya no puede ser excusa los errores individuales, es normal que pase una o dos veces, pero cuando ya es reiterativo es porque hay algo de trasfondo y que no se ha corregido en los entrenamientos o en el trabajo mental de Millonarios.
Asimismo, hubo una floja generación ofensiva, algo en lo que venÃamos subiendo pero que en esta ocasión nunca apareció. No estábamos enfrentando a una defensa italiana o a un equipo dirigido por José Mourinho, enfrentamos a un equipo muy flojo al que no fuimos capaces de generarle fútbol y que solo nos permitió anotar porque en un saque de banda se desconcentraron. Leo Castro no las puede meter todas, asà como tampoco puede ser que intente resolverlas todas, porque en Chile negó balones a sus compañeros que estaban en mejor posición de anotar (ni siquiera el mejor del equipo se salva).
El panorama en esta Copa Libertadores es oscuro y ahora sà es entendible el negativismo. Tal parece que no tenemos ropa para competir en esta Copa y que tendremos que conformarnos, en el mejor de los escenarios, con ir a pelear Copa Suramericana buscando ganarle el puesto a Palestino, el rival que mal llamaban «comodin» del grupo.
La prioridad ahora debe ser el tÃtulo de Liga y lograr, como mÃnimo, ese tercer lugar en el grupo de la esperada Copa Libertadores 2024, esa que anhelábamos jugar desde hacer un año y que se ha vuelto una tortura para la hinchada Embajadora. Y ganar el tÃtulo local para que, como corresponde, empecemos a entender y a saber jugar honrosamente este torneo continental, dado que jugándolo seguido es la única manera de evitar que se repitan estos papelones.
Por Andrés Rey Hernández (@andresreyhdez)