Aguilas Doradas Millonarios 2021

El día después: una escaramuza de buenas intenciones

Produce demasiada somnolencia ver un equipo abúlico, que le interesa más ser campeón de la posesión del balón y que parece renunciar a rivalizar en el torneo. Ni hablar si quieren trofeo porque entre las declaraciones, se confunden objetivos. En las ruedas de prensa es moneda común escuchar que “vamos bien, el equipo está por buen camino”. Palabras que ya tienen tintes necios que abusan de la paciencia común. Hay comodidad y les basta con participar. ¿Competir? ¿Con qué se come eso?

Hay experimentos que salen bien. ¿Guarín estuvo cómodo jugando como media punta? Para Don Alberto, Mojica es un contratado-convidado de piedra dentro del equipo. Así que todo al mismo ritmo y sustancia: extremos, definición al medio o pelota al aire para un cabezazo. Y cambios cantados, “obvio, bobis”.

Hace mucho tiempo, cuando no entendíamos qué quería hacer Richard Páez, nos referíamos a ese equipo como una “anarquía”, por las posiciones del equipo: una vez Ganicita fue central por una pelea del técnico con Mera. En 2021, Emerson salió desde la punta derecha, corriendo 40 metros, para llevar el balón y ofrecer algo diferencial en la izquierda. No sabemos si eso es variante de entrenamiento. Una libreta debe estar al límite.

Millonarios es una escaramuza de buenas intenciones.

Tenemos la vista curtida para entender varias cositas más: gozamos más puntos que el año pasado; estamos más cerca de la punta por obra y gracia de un torneo mediocre; hay cantidad y calidad sin explotar en la nómina. Pero no hay un asomo de rebeldía en algún jugador. Y eso choca, exaspera, revienta el ánimo. Eso no se perdona. De pronto Juan Carlos Pereira será el único que, sentado en la cama del hotel, reflexiona profundamente.

Así como ganar dos partidos los ponen cerca del privilegio, o más cerca, perder uno de local y empatar otro, los dejan rozando el precipicio. Un equipo ‘yoyo’, arriba o abajo, dependiendo qué tan tensada esté la cuerda. Somos un conjunto corto que extraña al jugador diferente, contundente. Ahí estamos: navegando en la ciénaga de la tabla.

 “¡Desagradecidos, ganamos un punto!”, dirán algunos. ¡Qué pena pedir más!

Vete rápido, próximo quinquenio. Lo único que debería no apurarse es la titularidad de Guarín, entregado por el cuerpo médico apenas hace seis días. Ojalá Luis Fernando Suárez olvide revisar las claras falencias que todo el mundo ve, por el canal que nadie quiere.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco