Millonarios Bucaramanga 2021

El día después: estamos cerca del equilibrio

Lastimosamente no podemos ver los gestos completos de las personas por causa del tapabocas y la pandemia. Se hace necesario interpretar miradas. Ya casi tenemos maestría en comunicación kinésica. Hemos aprendido, a las malas, mayor fineza e intuición para aprender a leer córneas, iris.

Don Alberto declaró por once minutos, cortos, casi insuficientes. En sus maneras se notaba cansado por el esfuerzo físico. Debe constituir una proeza dirigir, arengar y ordenar, motivado por el miedo escénico que implica tener encima miradas acusadoras, escrutadoras. Debe restar mucha energía trabajar así para ganar o jugar bien, que son cosas diferentes.

Pero hubo un cambio de tuerca, una vuelta al tornillo que no pensamos escuchar. En palabras de él, “estamos cerca”.

¿Cerca de qué? De tener, por fin, un equipo de fútbol. Haga un ejercicio mental rápido. ¿Qué pasa cuando los ‘popes’ del equipo no están? ¿Anoche sintieron una orfandad de liderazgo? Se habló desde el año pasado, en “los juegos del hambre”, que este equipo era joven. Tome su cucharada de emulsión, segunda dosis: más mocedad a la idea primaria. Para este partido, una camada de niñatos de menos de 23 años, en promedio, ofreció soluciones.

¡Pero claro! Bucaramanga no es Junior, Nacional, América. Perfecto. Sin discusión. Como el rival también juega, nos metió un gol. Y así no hayamos tenido el suficiente control del balón, la propuesta fue apelar a individualidades. Ahí reside una parte del resultado. Emerson, encarador y atrevido. Klíver, funcional y raspador. Bertel, rápido y con una zancada maravillosa. Llinás, con un error que después recompuso su amigo Juanito. Ruiz y las pisadas de balón que regalan sobras de fantasía. ¿Quién me falta?

Chicho Arango. El joven antioqueño, que está entrenándose para llegar a la verdadera élite, fue el líder silencioso que cargó el peso del equipo. Mientras seguimos pensando en esos roles de autoridad en el camerino, él trabajó para que la victoria del equipo pasara por menos regaños y por más solidaridad juntando líneas, despistando rivales.

Hay líderes futbolísticos que no necesitan tener la cinta de capitán. Hay cabecillas emocionales que no juegan. También hay adalides tóxicos. Pero mucho ojo al detalle que pasó por alto. Chicho nos regaló la mejor postal del futuro que nos espera: darle ese brazalete a Stiven Vega, el mejor del equipo, es una invitación para sonreír con determinación. Ese muchacho es el balance esperado que cualquier conjunto de fútbol quisiera tener.

Si Don Alberto dice que estamos cerca, hay que creer. Barajar y volver a repartir, profesor. La velocidad crucero dependerá que la juventud no sea confundida con falta de talento y actitud. Con una pizca más de confianza, serán más atrevidos. Y después miramos dónde ubicamos a Guarín y Mackalister. Faltó Uribe: después de 32 centros al área, ¿quién no lo extrañaría?

Nos espera el estadio Pascual Guerrero teñido de rojo y con crucifijos en el suelo.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco