El dÃa después: una cuestión de fe
Ni siquiera las liturgias pudieron espantar los demonios que rondan a Millonarios. Nada que salen. No se van. Vuelven. Nos espantan. El martes pasado hubo una misa que no alcanzó para exorcizar la mala racha y pensamos que masticando la hostia marca “MFCâ€, habrÃa renovación del pacto eterno, tácito, ese que no necesita explicación, sino llana afirmación: “jueguen bien, hagan goles, disfrutemos finales, levantemos copas y todos felicesâ€.
Cuando se quebranta la esperanza, no hay vuelta atrás. Ese hilo finÃsimo se terminó de descoser durante esos largos 90 minutos más adiciones ante MedellÃn. Tres llegadas y dos goles del rival asestaron un golpe directo a lo que anoche se desbarataba entre el murmullo: la comunión. Estamos profundamente heridos, hastiados, sin punto de retorno viable y con evidentes muecas de rabia luego de las declaraciones del capitán del equipo en rueda de prensa. El relato de nuestra indignación indica que, desde hace un mes, cuando salimos aplaudidos en Barranquilla, estamos tratando de encontrar esos malévolos tres puntos faltantes. La fe, en últimas, puede ser algo similar a creer que el “algún dÃa es posibleâ€. Lastimosamente, hoy todo parece improbable y el miedo es evidente.
No hay iglesia que resista al tamaño del pecado que cargaremos por otro tiempo más y tampoco parece que se vaya a renovar rápidamente la confianza, dinamitada en millones de pedazos que están por recogerse. ¿Será que la próxima final de Copa podrá ser capaz de lavar la transgresión que han cometido contra cada hincha, luego de la fallida clasificación anticipada al cuadrangular, en El CampÃn? Si algo está destinado para ser mejor, llegará. Por ahora y hasta nueva orden, este viacrucis innecesario ayudará para forjar el carácter y de paso entender, de una buena puta vez, que todo esto es una cuestión de fe.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco