Millonarios Bucaramanga 2020

El día después: un juguete roto

Todos estamos esperando que pase rápidamente el 2020. Llegará la Navidad, esa época de festividad, menor en este tiempo tan difícil. No solo el fútbol debe acabar: las tristes noches para los hinchas embajadores, también. Qué días tan insostenibles, qué tardes tan aciagas, qué penumbra en el terreno de juego. Todo es frío, helado. Comunión rota. No hay signos de esperanza. Menos mal no vamos al estadio: estoy convencido que estaríamos peleando en la tribuna y qué pereza esa situación. Menos mal existe la virtualidad: ahí estamos mejor. Por ahora.

Cualquier proceso se sostiene mostrando resultados. El transcurso de los hechos indica que solo le hemos ganado al colero del campeonato. Qué vergüenza. No somos un equipo de risa porque jugamos medianamente bien. Jugar así, no ganar y sacar pecho por esa situación apenas alcanza para tener la medalla al mérito del torneo moral. Qué consuelo tan estúpido. Ni siquiera podemos ganar los campeonatos económicos: perdiendo más de 10 mil millones al año, ¿cómo carajos? Parecemos un conjunto lleno de ternura: somos delicaditos, inocenticos, tiernitos, porque tenemos pelotas de gol aéreas, con opciones y cabezazos. Y nada que entra. Tampoco ingresa pegándole desde fuera del área. No se puede, maldita sea. No anotamos. Todo es no, no, no.

Estoy harto de las ruedas de prensa: todo se hace más y más insostenible en el discurso. Repiten como loritos que todo va bien, que todo está caminando, que el proceso existe. Nos hace falta la puntada final. Casi nadita. El disparate de estamos tensionados es un discurso barato porque acá no tienen a 15 o 20 mil personas presionando de verdad. Tiempos de COVID: no hay nadie atrás que te diga lo que haces tan mal, pero los extrañas al ver que no te dicen que lo haces peor. Duque, amarilla fija. Márquez, tres amonestaciones con una expulsión y cero goles. Y algunos otros se salvan, rogando al cielo. Este equipo es como la expresión de Gamero sobre la renovación de Elíser Quiñones: tiene cositas, le bastó un buen amistoso contra Bogotá Fútbol Club y hoy no lo hemos tenido en dos convocatorias seguidas. El horror de las decisiones.

Gustavo Serpa está empeñado en regalarnos un juguete roto, que solo puede aspirar a jugar una liguilla de eliminados. Qué gran obsequio.

Y todavía no es Navidad.

Próxima parada: Deportes Tolima en Ibagué.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco