Jaguares Millonarios 2018

El día después: número 13

Mientras llovía a cántaros en Bogotá y sus alrededores, el sol posaba juguetón en Montería. No sabíamos si sería un presagio pero desde las cuatro de la tarde, todos frente al televisor y algunos afortunados in situ, viviríamos el fin de una racha negativa en esa ciudad.

La amplitud de la nómina se vio reflejada en este partido: Janeiler Rivas y Steven Vega (quien jugó en la posición donde fue relevante en su préstamo al Valledupar F.C.) fueron las novedades dentro de los titulares. Cinco minutos bastaron para que nuestro arco fuera vulnerado desde la zona izquierda del campo, con una pelota que no alcanzó el ‘Chiquito’ Rivas y gol frente a Wuilker. Parecía un monólogo del local por la presión asfixiante, como la humedad del clima.

Millonarios se rehízo rápidamente y con Hauche como el más incisivo por todo el frente de ataque, llegó un tiro de esquina que, otra vez, Janeiler cabeceó y en un ‘pica-barra’ decretó el empate. No sería monólogo porque no está muerto quien pelea. Sin una voz cantante en la creación en el medio campo, los embajadores aguantaron con bastante tesón y compromiso con el compañero.

Para el segundo tiempo entró Marrugo, el que tiene la vara para medir el tiempo, el reloj de arena de cada jugada. Dosificando o no los esfuerzos de los futbolistas, y con Macalister sentado, Don Miguel entendió que el desgaste de la Copa, regresar a Bogotá y volver a viajar hasta el mismo sitio, a veces no permite alinear desde el vamos a quien mejor presente tiene. Salazar también es fundamental cuando viene desde el banco de suplentes: pared con Cristian, tic-tac, devolución, al centro y gol de Cadavid en jugada de laboratorio. Parece un jugador inagotable, acostumbrado al ritmo europeo de jugar cada 72 horas: es el capitán que aprendió a ser silencioso, menos aparatoso en sus entradas y con un mando tranquilo, sin exageraciones, sin la sobreactuación de la responsabilidad.

Aguantar el partido también es un arte y así fue con el cambio Anier por Henry Rojas. Esos tres puntos nos dejan cerca del límite para ingresar a la siguiente fase del torneo. Nunca se le había ganado a Jaguares en Montería y eso vale demasiado: es un aliciente para demostrar que es deber de un equipo grande jugar todo sin decidir torneo, sin chistar por los horarios, destinos y kilómetros recorridos. Es un buen momento con una leve curva de crecimiento, de satisfacción, a pesar de la frustración evidente por no poder celebrar como locales.

El partido que viene es muy especial. Se juega dos, hasta cuatro veces al año, pero con una intensidad electrizante. Es el clásico de la ciudad, de toda la vida: es un encuentro esperado, ansiado, que se vive con alta expectativa. Desde 1976 no nos vemos en copas internacionales y es una oportunidad única, para los miembros del plantel y la hinchada, para atesorar. Esta generación vivirá, por primera vez, un clásico capitalino por Copa Sudamericana. Es el momento de sentar un puñetazo sobre la mesa.

Próxima parada, el Nemesio Camacho, como visitantes de Independiente Santa Fe, por Copa Sudamericana.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco

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