El día después, número 1
Volver al estadio luego de casi dos meses equivale al primer día de clases post vacaciones. Este domingo que acaba de pasar y luego de un ajiaco tan delicioso como generoso, fuimos a parar al Nemesio Camacho. Cerveza va, cerveza viene, en El Palacio del Colesterol: hablamos de camisetas, la más linda, la más fea; la nómina convocada, los titulares, las variables de juego del equipo de Don Miguel. ¡Oh sorpresa, Hauche titular! Hicimos memoria de esa primera vez en la cancha, de si tienen o no cábalas para ir al estadio o ver un partido. Conversaciones que tal vez sostenemos y repetimos con tanta frecuencia, que, curiosamente, no pierden sentido sino que se revitalizan con el pasar de los años.
Los saludos, los que nos vemos siempre, los que no van a volver por lo menos durante un semestre por sus obligaciones familiares; la nostalgia de los que faltan, la alegría por los que llegan y un ambiente rarísimo para este partido. Todos íbamos para fútbol, pero nadie estuvo con camiseta azul, con escudo embajador. Nadie es un decir (la foto de una familia, papá, mamá e hijo con camiseta de Millonarios y sin poder entrar, será una postal para el futuro): por decreto de un funcionario de la Alcaldía, que debería declararse impedido en su cargo para regentar la seguridad en relación con el fútbol, se determinó que detener a 300 personas no es suficiente para castigar a quien hace desmanes con una camiseta de fútbol. Ese funcionario, tan bravucón por redes sociales en 2012, pidió que la Fiscalía investigara a Millonarios por lavado de activos, en una acusación tan ‘trumpiana’, carente de pruebas y en claro alineamiento con el pronunciamiento de un hincha dolido, que ve un equipo diferente al suyo levantar títulos. ¡Me quedé esperándolo para ver el partido, señor García: quería decirle unas cuantas verdades en la cara, no en redes sociales!
El camino es largo y culebrero.
Si va a debatir, nos vemos en @lejameco