El día después: nuestro mejor instrumento
Julio Décimo Comesaña nos dijo hace un tiempo que debíamos arreglarnos con lo que teníamos. En ese momento, gozaba de la admiración de la mayoría de la parcial futbolera colombiana, porque ese rejunte de individualidades, al parecer mal dirigidos, no tenían un rumbo fijo y todos intuían que podían dar más. Cuando él regresó, la miel del éxito le acompañó y terminó clasificado al cuadrangular tomando un vaso de esa poción secreta que le hace acreedor del eterno retorno a Barranquilla. Ahora, Junior tiene un hospital de campaña en la sede Adelita de Char y se presta para la burla respetuosa: es hora que cambien la iglesia donde rezan.
A Millonarios le sienta muy bien el Metropolitano. ‘Divinamente’, diría un cachaco de racamandaca. Dos veces 1-0 en el último tiempo, histórico, da cuenta de la abolición momentánea de la frase “Junior-tu-papá”. En ese sitio de la geografía colombiana está contenida gran parte de lo que nos gusta ser últimamente: un equipo sólido, solidario, generoso, que va hacia el frente de batalla; un conjunto que necesita invocar la doctrina del buen juego, no tanto para pedirlo, sino para agradecer cuando se profesa. Dar gracias, justamente, como se las dio Don Alberto a Juan Pablo Vargas, el único de la Liga que va al Mundial y que sabe declarar ante la mala leche periodística. El extranjero de tonada específica contestó que fallar un penal no es fracasar y clarificó, de paso, que la vida y el fútbol siempre serán muy parecidos: después de errar un cobro determinante en Ibagué para pasar a una final, tiene recompensa yendo a un Mundial atípico por la fecha y el lugar. Nos va a faltar el capo de la defensa, pero ¿quiénes somos nosotros para impedir que otros sean felices por sobrado derecho?
Un lugar seco, como Catar, es similar al remate de Daniel Ruiz para batir a Jefferson, el portero problema. El diez apareció cuando el equipo más lo esperaba y con sorpresa, como una cachetada bien puesta. Preciosa volea con el empeine, desde fuera del área, al ángulo. Con eso, más el esfuerzo de Bertel, el mejor de la noche, y de todos los jugadores, cansados con esa humedad superior al 90%, Millonarios se acomodó otra vez en la tabla para encarar con optimismo el próximo lunes festivo. El Campín será testigo de esa premonición de Don Julio: que acá nos ordenamos con lo que asumimos, así se lesione Luis Carlos Ruiz.
La retentiva de juego, nuestro mejor instrumento, apareció de nuevo.
Leandro J. Melo C.
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