Millonarios Boyacá Chicó 2020

El día después: no sobró nada

La libertad de expresión está amparada bajo los mandatos de la pisoteada Constitución Nacional. Sin embargo, el fútbol, que es tan extraño e imbuido en una rara burbuja, no parece estar bajo esos parámetros: policía y logística fueron ordenados para bajar la pancarta que reza que la mamá de algún otro desprevenido pagará los módicos 30.000 pesitos para ver un solo canal. Los entes que regulan el fútbol colombiano protegen su negocio abrigados bajo la sombra de la institucionalidad, pero cuando hay muertos por causa del deporte, la pelota pasa a otras partes. Un sambenito de mágica realidad colombiana: por esa actuación, el club podría ser sancionado.

Pasando al juego, Alberto Gamero echó mano de los recursos con los que cuenta. Su mandato es una arenga táctica: la figura muta permanentemente, hace transición, evoluciona. Los movimientos estratégicos le permiten hacer gala de su prestigio de gran entrenador y Millonarios, sin tanta rutilancia, ganó desde la individualidad. El banco de suplentes se movió desde el inicio del segundo tiempo y el panorama que pintaba helado por el 0-0 finalizando el primer tiempo, tuvo final tranquilo aunque el cero en portería no se pudo mantener otra vez.

Ayron Del Valle estuvo negado al gol desde un cabezazo que terminó estrellado contra el horizontal, hasta que el pase-gol de Godoy, fino, calculadito, poseedor de un exquisito guante zurdo, hizo trizas la defensa rival. Adiós sal, chau molestias: pudimos anotar y ponernos en ventaja con justicia. Arango también encontró, en un remate precioso, la amplitud del marcador. El detalle no menor es que ambos anotadores vinieron desde el banco de suplentes: ahí, pegaditos a la raya, a menos de tres metros de distancia del entrenador, están tan lejos y tan cerca.

Millonarios no paseó porque no pudo o porque no quiso. No le sobró nada. La gestación de ideas pasa por todo el equipo y quisiéramos que el fútbol de pequeñas sociedades fuera mejor: Macalister y el mentado paraguayo tuvieron cómo divertirse pero no quisieron salir a bailar, por apatía o por envidia. No será fácil sentar a Wuilker, cumpleañero, para que ingrese el zurdito extranjero acalambrado: el reglamento, otra vez, nos juega malas pasadas por la alineación de los foráneos en cancha.

El examen está aprobado y ganamos después de muchos meses, que parecían un ayuno interminable. Nos fuimos a casa más tranquilos y hoy, un día después, respiramos con el inhalador lleno del salbutamol de la victoria. Justo este equipo tendrá partidos aplazados por las copas internacionales y por un concierto en El Campín: esto sirve para tomar impulso porque Deportivo Cali, Santa Fe y Medellín asoman en el horizonte. Ellos serán rivales más serios que Boyacá Chicó.

Próxima parada: La Paz, Estadio Hernando Siles. Habrá que masticar coca.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco