El día después: nadie tiene la verdad
Nadie tiene la verdad. La época actual, donde las mentiras se esparcen como virus sin remedio, permite que nosotros apenas quedemos satisfechos con una versión distorsionada de la realidad. Para Jorge Luis Pinto la verdad, la de él, es afirmar que salimos contentos posterior al partido contra Jaguares.
Ante el resultado no hay parangón. El remedio de la enfermedad “falta de juego” se llaman “hacemos los puntos”: tener un colchón en reclasificación y seguir líderes en la tabla de posiciones nos deja respirar tranquilos por unos días más. Sin embargo, revisemos la situación del partido: Millonarios empezó perdiendo y le dio vuelta con la llave mágica llamada cambios. Como locales no se impusieron condiciones desde el primer minuto, dejando que Jaguares, con doble línea de cuatro, pegara un bofetón en un saque lateral: el primer golpe lo asestaron ellos con la complicidad de John Duque.
Con las novedades en la confección inicial, perdimos tiempo insistiendo en jugar sin nueve, un ariete, con Juan David Pérez “falso centro delantero”. ¿Acaso Chicho Arango no es uno neto? Raro. Los primeros 45 minutos se fueron al traste por causa de un mal planteamiento y el autogol del empate llegó cuando Millonarios insistía desde la angustia más no por la producción propia del volumen de juego.
Corregir en la marcha, con marcador igualado, le permitió a Millonarios soltarse un poco más. Chicho no es un tremendo pivoteador pero dejó claro que con él se puede sostener la pelota. Hansel Zapata, que a la retina no es el mejor jugador de la plantilla, es una hormiga laboriosa que se desprende desde su zona lateral para asociarse hacia el centro del campo: la valía de él es táctica y gracias a un pase, Felipe Román, el verdugo de Cuchilla Palacios, asestó el golpe definitivo para el 2-1.
¿Qué hincha de Millonarios sale feliz porque su equipo quema tiempo como local? ¿Por qué está bien quejarse, como Pinto, de la falta de circulación de balón del rival, tirándose al piso y dejando al portero gastar segundos a placer, cuando nosotros también hicimos el mismo juego en los 15 minutos finales? Nadie tiene respuesta a esas preguntas o simplemente no se hacen porque el resultado esconde las falencias. La crítica que se hace en la tribuna no llega a oídos del líder táctico porque, terco, insiste en contarnos que nosotros estamos felices: seguramente por el resultado pero en el juego, profesor, está en deuda.
Contra el resultado nadie discute y esos nueve puntos en tres partidos seguidos maquillan el real andamiaje embajador. La frescura mostrada en el primer semestre, dentro de la maraña táctica del esquema, es un recuerdo lejano comparado con lo visto en estos partidos.
Pero soy claro: si hoy me afirman que voy a salir campeón jugando horrible, le firmo una letra de cambio en blanco. Al final los títulos no se cuentan desde si jugaste bien o mal, sino desde la exhibición de las copas en la vitrinas.
Insisto: nadie tiene la verdad.
Próxima parada: Copa en Medellín ante DIM. Pinto estrenándose en play-off: pago por ver.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco