Millonarios Pasto 2020

El día después: llueve desde finales de septiembre

Alberto Gamero, con vestido claro y camisa blanca impoluta, vio con molestia que le marcaron dos goles por la misma zona y no dudó: menos de un tiempo duró el periplo de Felipe Banguero por el costado izquierdo, para ser reemplazado por otro Felipe, Román, y así darle paso a Elvis Perlaza por esa misma zona. No vaciló ante esas anotaciones: corrigió, metió mano y el partido cambió. Eso sí, con el resultado abajo.

El técnico tampoco tiene la culpa que sus dirigidos no hayan atinado a la portería contraria antes del gol de Chicho Arango: ante las dudas, las imprecisiones entregando el balón fueron el dolor de cabeza permanente, que no pudo palearse con algún tipo de calmante. Sin llamar al pánico general, Millonarios no gana en El Campín desde el 26 de septiembre del año pasado (2-1 vs. Alianza Petrolera), fecha bastante lejana en la memoria y el calendario.

No fue la mejor exhibición en un debut cargado de preciosa indumentaria de entrenamiento y juego, con previo lanzamiento de la misma por redes sociales: Millonarios no está para malgastar dinero en eventos masivos y deliciosos canapés cuando faltan jugadores en el equipo. También el cielo jugó su partido: todo empezó con una brisa de lluvia fina, hasta que el aguacero tomó forma en la mitad del primer tiempo. La cara de fastidio de Macalister Silva en la rueda de prensa sería el gran eco por la derrota como locales, como el resonar de la lluvia contra el suelo: visiblemente contrariado, atendió los medios en chancletas y sin cambiarse su indumentaria mojada, entendió que noches como estas, pasadas por agua, pesadas, difíciles, podrían ser muchas más si no hay un destello de magia y una pizca de suerte.

También debutó el VAR en nuestro estadio. El monitor del campo de juego resultó afectado por el clima inclemente y durante 11 minutos nos perdimos de la decisión final de Mario Herrera, FIFA, al notar que John Duque no debió ser expulsado por una falta durísima contra un rival. Ese golpe resonó como trueno en un bosque profundo. El “crack”, ese sonido fantasmagórico, penetrante, retumbó en el estadio e hizo temer lo peor: nos recordó aquella entrada de Andrés Cadavid sobre José Luis Tancredi en noviembre de 2011.

Por supuesto quedan cosas buenas, empezando porque ningún jugador salió herido de gravedad. Juan Pablo Vargas tiene criterio con el balón y sale desde atrás. Perlaza, ya mencionado, es reconvertido a lateral izquierdo. Pereira mejorará con el tiempo, Chicho busca su lugar en el 11 titular y Ortiz necesita el balón para ser determinante. No todo es malo: la golondrina no hace verano y el nubarrón no hace invierno. Habrá que vestir la armadura de la paciencia.

El calendario no es benévolo: miércoles Lima – domingo Bogotá–  jueves Cúcuta – domingo Bogotá y así hasta llegar a repetir ciudad en la copa internacional, como objetivo principal. Que esto sea como la inscripción en el grueso anillo del fallecido Julio Grondona: “todo pasa”.

Próxima parada: Cúcuta Deportivo en la frontera, o en cualquier estadio itinerante, como el circo, en “la mejor quinta liga del mundo”.

Leandro Melo
@lejameco