El día después: la roya
Gilberto García, mejor conocido como ‘Alcatraz’, sudaba de forma clamorosa. Una de las 13 cámaras enfocó al lateral del Cúcuta y se notaba que su cara era una clara laguna de agua transparente. Cansancio, sudor y poco juego.
Dictaminados hacia un empate, desde el principio, ambos equipos jugaron a la especulación. El punto que los locales sacaron en la primera fecha, también en la altura, dio el puntapié para que Millonarios, menos arriesgado y con mejores argumentos de juego, también dijera “hasta acá podemos”. Un primer tiempo para dormir plácidamente, un segundo tiempo con más ritmo. Y nada más.
Entre Hansel y Macalister jugaron el partido “de más”: un enganche adicional, una jugadita innecesaria, una pisada de balón intrascendente. En los pies de ambos jugadores se notó que la conexión hacia adelante, perdida, no generaba mayores circuitos de juego de cara al gol. Ese mismo llegó como carambola en un tiro de esquina, donde Zapata apenas metió la cabeza tímidamente, celebrando como quien no quiere la cosa y con sus brazos abiertos. El gol se encajó y fue merecido: Millonarios hizo más, sí, pero no defendió su premio.
Ver cómo se escaparon dos puntos en el arco norte del General Santander era asistir a la obra cumbre sobre la mala suerte, esquiva en estos últimos días. Las desatenciones otra vez cobraron factura, así como el arresto físico de los jugadores: Martínez y Carrillo, lesionados desde la pretemporada. Ospina tocado en Perú, así como Chicho en el Campín y, parece, que el autor del gol en Cúcuta también. La roya en menos de diez días.
Mientras tanto, Gamero envió saludos de cumpleaños al dueño del equipo, en la rueda de prensa, siendo su primera declaración postpartido: toda una rareza. Marcha un ponqué de tres leches y una botella de Champagne francés para Don Gustavo, por favor.
Próxima parada: Equidad visita el Campín luego de recibir una remontada absurda.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco