Millonarios América 2021

El día después: la culpa, el fracaso y el retroceso

Antes de ingresar al estadio, mientras abandonaba la estación del sistema de transporte, me sentí caminando como en una peregrinación. Esas cuadras que me llevaban hacia mi propio Camino de Compostela, largo, son vueltas necesarias para seguir recreando mi propio ritual de mentalización previa antes del encuentro. En ese trayecto pensé todas las combinaciones posibles para llegar a la final. Por supuesto esperaba la mentada “tolimeada”, esa clásica rutina de hacer inexplicable lo inaudito.

El resumen del 2-1 ya fue hecho por Gabriel Jiménez en su crónica clásica. Ahí está contenido todo lo que pasó. Es más: hoy no es el día adecuado para hacer evaluaciones. Me parece más conveniente hablar, cortico, del largo trecho con resultado de 88 puntos al final del año, con una final jugada, una semifinal disputada, sin Copa y sin título alguno. Solo se puede rescatar el ingreso a la fase previa de Libertadores. Si eso es un premio, nos deben dar el título de mayores tacaños del fútbol colombiano.

Pagaría una buena cena, en un restaurante costoso, para aquella persona que me dijera con lujo de detalles en qué consistió la charla entre Orlando Rojas, de jean y bomber negra, con Macalister, sudado, nervioso y rabioso con Novoa. ¿Se estarían lamentando por la volteada de resultado en Barranquilla? ¿O el penal regalado y desperdiciado en el mini playoff en Ibagué? ¿Hablarían de aquella recriminación grupal acá en Bogotá ante Tolima por dejarse empatar en el final? ¿Todo el año consistió en desperdiciar penales en los momentos bisagra de cada encuentro? Fue una charla público-privada que solo ellos pueden tener. Nosotros apenas podemos imaginar, delirar, intuir.

Todo lo anterior es un constante reflejo de la procesión grupal. Estamos malditos y rezados: jugar bien parece una cruz. Nunca habrá premio para quien propone más porque tratar mejor el balón es rezar. Desperdiciar dos y hasta tres penales en un mismo partido es pecar con suficiente determinación.

Abatidos al unísono y unidos al son de la derrota las cuentas son claras: faltaron dos puntos y tres goles en el cuadrangular. Sanseacabó.

Es un retroceso deportivo: llegar a la primera final era la vara para saltar otra vez. Pero eso sí y con total claridad: será fracaso si la empresa autosostenible decide olvidar el proceso, desarmar este equipo, no renovar los contratos de los jugadores fundamentales y dejar de retocarlo en posiciones claves.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”: todo se escapó por nuestro propio yerro.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco