El día después: el orden anhelado
Otra victoria más del técnico sobre nosotros. Alberto, el humano, extraña a su señora esposa, quien adolece. Él sufre. Estamos con su familia, profesor.
Parece que Llinás conducía un caballo desaforado por la zona izquierda. Galopaba veloz, raudo, imparable. Hacia el horizonte divisó que solo quedaba un hombre ‘poderoso’, el penúltimo obstáculo para sortear. Al encuentro con él, otro varón lo derribó. “Por aquí no puedes pasar”. Logró el objetivo y lo hizo caer. Tendido y observando el balón, ese que se metió en la red con su cabezazo para el 1-0, lo patea como símbolo de angustia en esos microsegundos que definen tramas. Parecía una escena de western. Es Clint Eastwood futbolista.
Macalister es un niño goloso del balón. La rabona solo es para los más acertados. Intenten hacer una en el barrio: el ridículo sería monumental. Hay noches donde el esférico, que cambiará de confección colombiana a vietnamita o paquistaní en 2022, es el mejor aliado del talentoso. El fútbol de antaño no quiere morir, no todavía, y el talento del micro fútbol sobrevive gracias al buen trato de la redonda. Quedará en la retina ese pase-rabona-gol invalidado. ¿Y qué tal esa pisada de balón que derivó en túnel, caño, ‘cuca’, en el primer tiempo por parte de él? Gocen de la rareza porque, amén, sobreviven los momentos extraños y exquisitos en el fútbol.
Azul y Blanco estaba a punto de explotar, otra vez. Los hinchas éramos una olla a presión. Las vergüenzas de la semana por cuenta del fútbol femenino (señoritas: ustedes no tienen la culpa de nada; muchas gracias por darle el sudor necesario a una camiseta que requiere transpiración) y la eliminación de Copa, quedaron tapadas con un parche temporal que tiene como componente químico el buen juego y los tres puntos.
El orden natural de un equipo que se rehusaba a la partida de Chicho, mostró que puede jugar como si estuviera Arango pero con otro apellido. Pero para eso hay que poner la casa y la libreta en orden. Gamero estaba en punto de ebullición. Señalado, metió la mano para indicar que hay margen de cambio. Ingresar a Giraldo, refuerzo, es similar a meter un gol. Banguero, así no esté en los planes del técnico, es solución. Jugar con media punta es posible y sobran los jugadores en ese espacio del terreno. Era cuestión de tiempo convencerse que Macalister estaba desperdiciado por una banda. Él dosifica su tanque, su gasolina. Y eso trae octanaje individual.
¿Recuerdan el partido que marcó la suspensión de la Liga por la maldita pandemia? Fue justamente ante Medellín. Perdimos 1-0. Esa noche se jugó precioso aún sin marcar y sin ganar. Ante la rugosidad del rival en 2021, los desaciertos del árbitro (que pitó mal para ambos equipos) y ese lejano 2020, hay una clara evolución del rendimiento grupal y las ideas tácticas del técnico. Hagamos memoria y no dejemos convencernos de los famélicos de las redes sociales que pedían la salida de todos.
El 26 chupó ¿biberón? El 14 se quitó el pan de la boca y regaló cariño para las mujeres del fútbol “profesional”. Y el 20, Uribe, hambriento, por fin quedó satisfecho.
Leandro J. Melo C.
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