Millonarios Patriotas 2019

El día después: dos perros, una pelota y la censura

(Nota del autor: soy responsable de mi opinión y lo que está escrito acá no compromete bajo ningún argumento o forma a MundoMillos.com, su director y sus colaboradores)

En el parque del frente de mi edificio, los vecinos sacan a pasear sus perros y dos llaman mi atención. Con una pelota, el dueño de uno la arroja a su canino y el otro animal, envidioso, quiere tomar lo que no es de él. Juegan, se revuelcan, pelean. Mientras los humanos los miran, ellos hacen de juez y parte para que el Husky y el criollo no se agredan por una triste pelota. 

El día después de hoy no será dedicado a Millonarios. Seguramente ya ganamos, perdimos o empatamos. Digo que este escrito no tendrá un hilo conductor sobre el encuentro que ya finalizó porque no tengo la suficiente imaginación para mentir sobre algo que no vi: no soy Stephen Glass, José Alejandro Castaño o Claas Relotius.

Vuelvo al ejemplo de los perros que pelean por una pelota.

Ellos dos, seres vivientes, sufren, se estresan, andan encerrados por horas, hasta que su dueño aparece con ese esférico que rebota. Salen al parque para gozar el pasto, revolcarse, ser felices. No hablan pero se hacen entender.

¿Qué pasa cuando alguien levanta la voz? Normalmente, se brota la sien y hierve el torrente sanguíneo. O, puede pasar, todo queda tranquilo esperando que termine de exponer su argumento. Cansados de mendigar reuniones, enviar cartas, derechos de petición y otros escritos más, los futbolistas colombianos dijeron “no más”. Se han sentado sistemáticamente en la gramilla o pasado el balón en unas ‘chutias’ gloriosas, en todas las categorías, justo después que el juez central ha utilizado su silbato.

Los futbolistas han sido menospreciados durante años. En estas épocas de corrección social, del “todo pasa” que enseñó Julio Grondona, ellos parece que no tienen derechos. Son victimarios de la pasión del hincha cuando “no se cumplen las indicaciones del profe” pero son humanos trabajadores de una empresa llamada fútbol. Tienen tantas culpas con su desdén cuando quieren sacar a un técnico, como tienen la suficiente valentía para salir campeones como equipo. Pero juegan en conjunto, unidos para el bien público y así quedar chochos de dinero en sus bolsillos. Mediante una agremiación manifiestan que tienen solicitudes para resolver: en este momento que no han recibido respuesta a sus desacuerdos, fue la hora de actuar porque la cuerda se tensó.

Y ahí es cuando se desdibuja la línea entre lo privado y lo público. En Colombia, el fútbol es considerado por el Estado como bien público (recuerden el tema de transmisiones deportivas en el caso de la Ley TIC de este Gobierno) pero cuando el dueño del balón no sabe qué hacer con la violencia desmadrada en estadios públicos, le tira la pelota al Estado para que le ayude con controles biométricos en los accesos a los estadios, para identificar y vigilar tanto al malandro como al buen espectador. Entre DIMAYOR, FCF y Estado componen una bella sinfonía de pases, toques y gambetas, pero de los que engañan.

En el fútbol de hoy, tan público y desdibujado hacia lo privado, con o sin canal Premium, ayer y antes de ayer asistimos a la prueba fehaciente del irrespeto hacia la protesta y hubo censura –así, sin parangón- por parte del canal de televisión con transmisión exclusiva de sus encuentros. Las imágenes se trasladaron a la tribuna cuando los ‘players’ se sentaban en la gramilla. Cómo es la vida: cuando hay enfrentamientos entre hinchas, en el estadio, ¡las cámaras pasan al campo de juego! ¡Qué bella armonía, qué prodigio de intérpretes, que toque-toque! Pero de información, de dar forma, de aquello, nada.

A los dirigentes del fútbol, en palabras de Alejandro Pino, “les gusta que solo se hable de la pelota y (quieren) comités de aplausos”. A los dueños de medios que censuran, citando a Pedro Vaca, “cuando se sabe (la censura), se ven tan miserables que no pueden levantar la cara de la vergüenza que da, y lo negarán todo”. En la mitad, quedamos tres tipos de personas: ustedes, los periodistas que trabajan para el dueño del medio y yo. No sabemos si es el canal que todos queremos, pero ya tenemos claro que es el vehículo que falsea y esconde debajo del tapete toda la suciedad de la casa.

Los perros seguirán peleando por la pelota hasta que el dueño diga basta: hasta que la Comisión de Disciplina y Castigo los sancione a todos.

Próxima parada: Deportes Tolima, en Ibagué. Cuidado, cuidadito.

Leandro J. Melo C.

Twitter: @lejameco