Stiven Vega

El día después: Don Gabriel, Stiven y la supervivencia

Lloramos en silencio o en soledad, o ambas cosas al tiempo. Pasan situaciones graves, jodidas, putamente difíciles de asumir, que nos desestabilizan y desacomodan de nuestro centro de gravedad por instantes, días, meses, años, décadas. Sin embargo, ante tantas dificultades, no queda otra opción: debemos volver a pelearla con fortaleza inmejorable; con el mismo ahínco de quien aprecia el regalo de la segunda juventud. Somos optimistas irremediables: nos levantamos con la misma determinación para volver a caernos.

Entiendo que Don Gabriel Camargo pasa unos días aciagos y tenebrosos. Sin saber de su enfermedad, dicen que él la está batallando duro y parejo: se rige en la vida como cuando negocia el contrato de un jugador. Justo en el mejor momento de su vida futbolística, con un equipo modelo, competitivo y bien dirigido, se da un lujo poco visto en nuestro torneo: repetir maromas para salir garboso y con dinero en el bolsillo. Es plata bien ganada. Ojalá alcance ahora que la muerte parece pasearse con bata por el jardín de la casa. Que todo sea la voluntad del Creador. A batallar.

De igual forma, Stiven Vega, de quien tenemos mayor información, está con los dolores propios del futbolista de élite que pisó mal un césped horrendo. Nosotros partimos del supuesto que estaría disponible para el clásico bogotano. Ingenuos. Dizque no sería nada grave. Pero él, hace unos días y sonriente, con la férula que inmoviliza su pierna izquierda, posó ante la cámara fotográfica con una camiseta negra homenajeando a Churidó, corregimiento de Apartadó, de donde es oriundo: mentalmente, ha entendido que estar allá, en su pueblo, lo sanará más rápido. En contraposición con el caso anterior y aún con la recaída en esa magulladura del pasado, sabe que con su tierna edad y una dieta adecuada, además de la fisioterapia, saldrá victorioso.

No he dejado de pensar en ellos dos en estos últimos días, desde el miércoles pasado para ser exactos. No me interesa si ganamos, perdimos o empatamos en El Campín con Deportes Tolima. Me tiene más pensativo cómo es el comportamiento mental de dos triunfadores que representan, en el fondo o en la forma, dos estilos de jugar al fútbol, dos instituciones que con sus armas propias defienden ideales distintos en pos del mismo objetivo. Uno roza la plena madurez, el otro es joven y ambos quieren salir a dominar. Justamente ahí radica el punto de convergencia entre dos mundos distintos: solo uno saldrá campeón.

Los imaginé al inicio de todas esas experiencias, en el momento cuando el dolor se hizo más crítico, en plena fase de negación. Luego entendí que ellos han activado ese fusible que permite coordinar la energía de su cuerpo, la focalización de sus pensamientos y la re-calibración de su alma en pos de salir adelante, recargados, en combustión contra las afrentas de la vida. Ambos, Don Gabriel y Sitven, seguramente han llorado, gimiendo o no, hablando o no, con su mejor amiga, la almohada, dando golpes, patadas, preguntándose “¿por qué a mí?”. Pero ellos intuyen y trabajan para salir airosos en esta prueba de la vida. De eso estoy seguro.

Sobreviviremos. Si ellos dos pueden, nosotros también. Nos aguarda la certeza que haremos todo lo posible y quimérico para estar mejor. Últimamente me repito lo mismo: una lloradita y a vivir.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco

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