El día después: cosas sencillas, momentos complicados
Daniel Ruiz crece en gracia, edad y responsabilidad. Noche tras noche toma el balón y nos regala migajas de buen fútbol. Como sudamericanos, nos gusta la finta, la gambeta. Sabemos reconocer el talento pero no sobra la paciencia y mucho menos el dinero. Y no es suficiente.
La precoz irrupción de Andrés Gómez, tiernito, correlón, encarador, hasta con un remate en el palo puede ser apenas un destello. Es entendible y tiene sentido: con menos de un mes como profesional, contrato firmado en la mitad y nota alta en su debut, el chico mostró desparpajo a la hora de desbordar por ambas bandas. Sería una pena que se fuera pronto. Y aun así no alcanzó.
Empero con esos dos niños, los mejores de la noche, ¿está bien pensar que anoche estábamos sobrando un partido de fútbol justo antes de ingresar a cuadrangulares? Me resisto a creer que este equipo ya llegó al techo de rendimiento. Me niego a imaginar que el próximo partido contra Atlético Nacional será algo parecido.
La tentación de jugar por chispazos unos pocos minutos alimenta la retina del hincha asistente e invita, cómo no, al ensueño de un imaginario ganador. Queremos ser más, necesitamos golear. Pasó ante Junior: hagamos el primero que los demás vienen por añadidura. Pero Alianza Petrolera, confundido, aburrido con el balón, sin presión entre el medio campo y la defensa, le puso alfombra roja a los extremos de Millonarios. En los instantes finales aprovechó la única jugada de peligro, pegó con extremo dolor. En la rueda de prensa Don Alberto, “no veía por dónde nos harían un gol”. Lo hicieron.
Sobrados o no, altivos o no y con dos talentos en ebullición, simplemente no alcanzó. Parece sencillo pero es mucho más complicado.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco