Pasto Millonarios 2022

Con cabeza fría: pie derecho

En las transiciones de temporada anual, después de las mieles o hieles de los diciembres que nuestro club nos hace vivir, hay diversos análisis sobre lo que puede ser el nuevo año para Millonarios; contrataciones, salidas, llegadas, aspectos por mejorar y el momento para volver al Campín. Si bien mi reflexión redunda con la de eneros anteriores, luego de la victoria contra Pasto en el arranque de este 2022 la sentí tan nítida como inexorable: ganar como sea. Sin importar el rival, las circunstancias, si se mereció, si hubo un gol en fuera, si fue el mejor partido de la era del DT, si fue con 5 autogoles… Ganar a como dé lugar. Y esa consigna se firmó con tinta indeleble al sentir una gran tranquilidad con el pitazo final del amateur que sufrimos en el Estadio Libertad.

Seguro puedo coincidir con muchos otros hinchas al pensar que merecimos más por el dominio absoluto en el segundo tiempo; que debimos ganar por dos o tres porque la diferencia de gol nos respira en la nuca como este virus que nos persigue y visita a todos; que seguimos endémicos con las variantes en ataque y las alternativas al llegar al último cuarto de cancha; que el miedo sigue reinando en los volantes y extremos, porque pareciera que hay que rogarle a los titulares para que hagan lo que los Yuber u Óscar se atreven al pisar el área: disparar así el balón llegue al aeropuerto; que preocupa la floja propuesta de un Jorge que debilitó todo el ataque por la derecha (y que adolece de una buena influencia de quien no le da la talla al ausente Román) . Pero de sólo recordar el año inmediatamente anterior me quedo con ese 0-1 que dibujaba la pantalla del televisor y la bocanada de aire que exhalamos al asegurar los puntos en la mochila.

Las pesadillas aún perduran, aún duelen y aún trasnochan. Los penales en Ibagué y Bogotá, la remontada en el Romelio, el palazo de Juan Pablo en el arco sur o la engullida de Emerson en Barranca (apenas por citar las últimas horribles noches del campeonato pasado) me reafirman en ese asegurar, sin importar si jugamos bien o mal. Porque el discurso trillado de “lo hicimos todo bien, pero…â€, “vi cosas buenas, peroâ€, “hay que seguir trabajando porque…â€, “esto no puede pasarnos de nuevo†agota. Y agota porque queremos y necesitamos un título, de ésos reales, contantes y sonantes, no de los morales que llegan por ser el mejor de la Liga en rendimiento o minutos reales de juego. Muy lindo y gratificante, pero las estrellas se ganan y las vitrinas se llenan con campeonatos, no con merecimientos.

Por ello este 2022 se inicia con pie derecho y como debía ser, en una plaza que –por fortuna- se nos convierte en un escenario de alegrías en las últimas visitas. Que le sumemos las ventajas y los pluses de un Stiven superlativo, de una portería azul que al fin cuenta con un par de guantes de peso, talla y saltos seguros, o de un delantero cuestionado que de entrada marca con serenidad e inicia su romance con la red, lo magnifica. Ahora se vienen dos juegos al rojo vivo, por el momento de la hinchada local y su equipo en uno, y la batalla que hay que ganar siempre, en el otro. Básicamente, un retrato de aquella reflexión de inicio de año: vencer como sea. Vencer o morir.

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano