Millonarios Bucaramanga 2022

Con cabeza fría: lecciones

Fuimos mejores amigos hace ya varios años. Y en una de las peleas que fueron el punto de quiebre de esa amistad me dio a entender con palabras y actos que no me tenía por qué contar ni compartir todo, que no podía sentir que lo debería saber todo o que ella debía contarme cada minucia de sus días. Éramos ambos jóvenes y pendejos y la amistad se fue al caño.

Pero aquí y en todo este tipo de situaciones que en un presente se ven negativas, lo importante y valioso es que al convertirse en pasado muten en aprendizaje. Lo hemos hablado en varias ocasiones con quien hoy es mi mejor amiga y concluimos que aquel traspiés me ha permitido ser un mejor y más aterrizado amigo. Caso muy similar pasa con Millonarios, pasó el domingo y sin duda alguna volverá a suceder.

Habrá juegos en los que haya mala entrega, en los que los defensas jueguen torpemente a salir tocando cuando el peligro roza nuestro pórtico; en los que Pereira se vea errático, Macka sea un festín de entregas equívocas y taquitos sin sentido, Danny pierda un montón de balones por entregar mal, querer hacer más de la cuenta o creer que los rivales no lo van a chocar para sacarle su útil; en los que Eduardo haga honor a su apellido y muestre una transición lenta de medio campo hacia el arco contrario, o que Diego despilfarre cabezazos o piques solitarios y nos haga transpirar y chillar de la ira, como cerdos en criadero, al ver el inamovible tanteador.

Pero se aprende, se mira hacia atrás y se entiende que importó un pepino haber jugado bien tantos partidos como contra América, Junior o Tolima el año pasado, Envigado en 2015, Junior en 2011 y 2016, Cali en 2003 y 2015 o todos ésos que pueden estarle llegando a la memoria mientras va leyendo. Todo fue tan inútil como el lote de Sambueza en tierras foráneas, porque los títulos se ganan sumando de a tres, sea como sea. Sin que valga jugar lindo o golear. Sin que cuente merecer o no. Porque si de ello se tratara todo, un expresidente estaría preso, un club habría sido sancionado por comprar jueces y Millonarios habría bordado al menos tres estrellas más en su historia.

Mira aquí las fotos de la victoria azul.

Hoy y siempre -pero sobre todo hoy con los nuevos ítems de desempate maquinados en las asambleas etílicas de la Dimayor- importan es las victorias, jugando mal como el domingo o muy bien como en el primer clásico del año. Ganar por uno o cien gritos, ganar gustando o no. Ésa fue la tranquilidad y felicidad con las que asumí el pitazo final del payaso de Bismarks y valoré el gran desempeño de alternativas como Perlaza y Cuenú, prácticos e inteligentes. La misma serenidad que me dejó aquella pelea y pérdida de una amiga cuando comprendí que las personas van y vienen y debemos enfocarnos en quienes permanezcan y merezcan nuestro mejor yo.

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano

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