Con cabeza frÃa: Goles, amores y razones
‘The Longest Yard’ es de esas pelÃculas que muchos jamás nos cansamos de ver. Una batalla tipo David vs Goliat, encontrar a un mejor amigo en circunstancias adversas, la unión de blancos y negros frente a un mismo enemigo o la superación de una adversidad moral para irse de frente contra el sistema y ganarle en su cara son tal vez los ingredientes que hacen de esta historia una comedia perpetua en nuestros fines de semana en casa.
En la consulta que le hace el dueño de la cárcel al célebre interno Paul Crewe sobre sus consejos para motivar a su equipo de fútbol americano, escuchamos la teorÃa de enfrentar a un equipo débil para derrotarlo con argumentos y, asÃ, llenar la camiseta para ganar los juegos brutales de la temporada. Pero en este arranque de año a Millonarios le vimos muy poco de lo primero y nada de lo segundo. SÃ, ganamos con merecimiento y hasta autoridad el primer juego (aunque no lo hayamos visto reflejado en el marcador), pero pasamos de ahà a un partido en el que la propuesta inteligente del DT local nos cerró toda la creación de la primera lÃnea de volantes y las laterales, para un 0-0 soso. No perder de visita y 4 de 6 puntos nos inclinaron a muchos en tratar de ver el vaso medio lleno, pero no fue suficiente para esa camiseta llena que se requerÃa en la noche del sábado.
Y si bien la posesión, la intención, la propuesta y alternativas fueron azules, si bien la hinchada llenó el estadio y se hizo sentir los 90 minutos (por más que fueran más fuertes las arengas contra las directivas y los jugadores rivales que aquellas que alentaban a los once azules que pisaban el rectángulo capitalino de la 57), ni lo uno ni lo otro marca goles. La contundencia de la que adolecemos en el arco rival desde hace muchos partidos volvió a ser protagonista; y viéndolo bien, fue el común denominador de la victoria, el empate y la derrota con las que inició este 2022. No gritar más goles en el Libertad y no celebrar en los 180 minutos posteriores, nos tienen hoy pensando en las decisiones erradas de quienes no vieron la necesidad de contratar otro nombre de peso en la delantera embajadora, pero también de los que esperan al minuto 70 para hacer un remate a porterÃa.
Un arquero asustado, temeroso y primÃparo en los duelos Millos-Nacional -al que todos los asistentes al CampÃn le pillamos su terror y angustia en los primeros 45- no puede irse al entretiempo sin recibir UN SOLO disparo al arco y llegar a la charla técnica con sus guantes intactos. No podemos esperar a los cambios tardÃos de siempre para que sean los suplentes quienes inicien esos remates a porterÃa. No podemos seguir diciéndole “amuleto†a un Jader a quien Gamero ya pareciera haberle quemado su apelativo, en el afán de unirlo a otros dos emergentes y decirles “salven ustedes la patriaâ€. Y mucho menos podemos confiar en que la jerarquÃa individual en el visitante no nos va a pasar factura cuando Ãlvaro Montero no pueda hacerlo todo atrás. Errores simples y hasta suerte en los rebotes, sÃ; consecuencias lógicas al tener a todo el equipo jugado en el segundo gol con un Andrés Llinás mandándose de 9 al mejor estilo de Román Torres o Cadavid, cierto. Pero malograr remates en las barbas de Mier y despilfarrar todos los rechazos de voleibol que dio fue la marca perfecta de lo diferentes que fueron las dos de cinco llegadas de Nacional, frente a las ocho que tuvimos nosotros en todo el juego. Eficacia y no perdonar al rival. Tan simple como eso.
El consejo de Paul Crewe no sirvió para este inicio de Millonarios en su camino a una anhelada estrella, en el que tampoco pudimos romper la lógica de ganarle al establecimiento al ir por todo. Los merecimientos, las posesiones de pelota o las entregas hombre a hombre no suman en el tanteador. Y por enésima vez sufrimos la ausencia de una jerarquÃa que imploramos para YA, porque en dos dÃas vuelve a rodar la pelota y nuevamente vendrán dos juegos “menores†antes de un clásico, que esta vez será por fuera y en una cancha en la que nunca hemos ganado.
Carlos MartÃnez Rojas
@ultrabogotano