Millonarios Unión Magdalena 2022

Con cabeza fría: en contra y a favor

Esos momentos infortunados en los que quieres ser héroe y saltas a la villanía eterna. Instantes marcados por una incursión defensiva para que te vitoreen tu esfuerzo físico, pero pasas a la horda de los vituperios. Momentos llenos de lucidez, en donde sabes qué quieres y hasta vaticinas a dónde irá el toque del rival buscando el desequilibrio, pero resultas siendo tú quien inclina la balanza en tu contra. Ésos son los odiados autogoles que en tantas ocasiones hemos sufrido, o como en el caso de nuestra última batalla, celebrado.

Decía un hincha bajando las escaleras de oriental alta “Es que dese cuenta, un montón de minutos sin marcar y hoy gritamos gol tres veces” (casi cuatro, al atragantarnos con el palazo de Vásquez o el disparo final de Pereira a un Ramiro Sánchez que calcó el talento de tantos ex Millonarios cuando vuelven a la 57). Y pasamos de no festejar en el Campín desde el anecdótico tanto de Ricardo Márquez contra América a fundirnos en tres abrazos, de los cuales sólo tuvo asidero el que no vio a un responsable de camiseta azul y blanca.

Bueno, no. Sería injusto no reconocer la recuperación de pelota, la intensidad, la actitud, el hambre y la búsqueda de alternativas del equipo Embajador frente a un replegado Unión y un superlativo Ramiro. Porque fue justo en un rescate de balón, un pique incesante y una búsqueda de asociación de Herazo con sus compañeros lo que desencadenó en el error de José Gómez y el fin de un peso que cargamos desde el final de la primera etapa en el Libertad de Pasto. El grito de Diego y la celebración a rabiar de Danny, Vargas y Sosa con él y la hinchada develaron el sentir de todos: había que marcar, había que ganar. Ceder puntos en Bogotá no puede ser más una constante que al final de la Liga nos pese.

No fue nuestro, no sumó nadie en su cuenta personal, pero sí sacudimos la sal de la camiseta en sí. Y bueno, quien no festeje por ello o sólo le vea el vaso medio vacío que demuestre que el Athletic de Bilbao no festejó el tanto de Jonathan Woodgate en la derrota del Real en 2005, que la ciudad de Liverpool no se tiñó de rojo con el yerro de Delfí Geli y la Copa de la UEFA que perdió el Alavés, o que Zubizarreta no puso de ruana a toda la nación nigeriana cuando España iba truncando su sueño mundialista en tierras francesas. Guardando o no las proporciones, el objetivo fue y es el mismo: inflar la red.

Goles son goles y tres puntos, vitales de cara a la tabla de ocho clasificados para no despegarnos de ella. Eso sin contar el detalle no menor del ánimo y la actitud de los jugadores y un técnico que sintió los cuestionamientos de la prensa y los hinchas -y entendió que la media distancia sí puede generar (y genera) acciones de peligro- de cara al clásico añejo del fútbol colombiano. Deportivo Cali y Millonarios pueden tener el presente que sea, siempre serán juegos aparte y minutos en la cancha donde salir con el cuchillo en los dientes no es opción sino menester… ¡así volvamos a ganar con un tanto en contra!

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano