Canto de gol: No más 2023(es)

Inicia el año lectivo en el diciembre previo cuando, expectantes por la promoción de los abonos, echamos una ojeada a la prima de navidad, a cuál partido va a coincidir con nuestro cumpleaños y a qué plazas fuera de la ciudad podríamos potencialmente asistir. ¡Pero boom! Nos dicen no solamente que no habrá venta anticipada de entradas para Bogotá, sino que podremos ver al equipo solamente tres veces en todo el campeonato.

Empieza a publicarse la programación y no hay partidos nocturnos en días u horarios de fácil acceso para hinchas y periodistas, bien fuese arañando un puesto en las graderías o frente a un canal PPV sintonizado; porque además de no poder asistir, sólo un juego en todo el campeonato contará con servicio de transmisión de televisión (y narración, y con información sobre sustituciones, y con tiempo de juego, y con cubrimiento y análisis en los entretiempos de cómo va la contienda, y qué se ha visto de bueno y malo en los equipos), porque el presupuesto «no da» para que la señal en YouTube muestre algo adicional al césped, el cuerpo arbitral y quienes defenderán su camiseta, todo con sonido ambiente (vacío).

Inicia la fase regular y descansamos, porque el número de participantes es impar y nos corresponde el receso en las primeras jornadas (no hay nadie para ascender de segunda división y redondear el grupo de oncenos). Para cuando viene el debut en la Liga, una cantidad inusualmente numerosa de medios se acerca a la calle 57 a pretender que quieren cubrir al equipo, en un partido sin hinchas en las graderías. El entusiasmo no se extenderá a las siguientes fechas y, en adelante, serán las mismas pocas pero fieles caras con las que nos cruzaremos en las zonas de prensa.

Al fin llegará una jornada en la que se le permitirá el acceso al hincha, en un horario no habitual pero al menos en fin de semana. Se inicia la venta de entradas, luego las puertas se abren, se entonan los himnos y la pelota empieza a rodar. Los minutos pasan, los goles llegan, las acciones se pitan, pasa el descanso, se replantean tácticas, se aumenta el marcador, se efectúan las sustituciones y 97 minutos después se da fin al encuentro. ¿El balance de todo ese tiempo? 36 personas combinando oriental y occidental llegaron a ver el partido y a apoyar a su equipo: la justificación inobjetable del Club para nunca más considerar un futuro tiraje de boletería. ¿Para qué? 

En cada uno de los partidos de la fase todos contra todos, uno o varios o todos comunes denominadores: acceso más sencillo a los estadios y mayor colaboración de los jefes de prensa y oficiales de Dimayor; se entiende que una de las razones del horario diurno es para no tener que hacer uso de las luminarias (en el caso de que el estadio las tenga); camerinos improvisados, incluso uno que comparte puerta y entrada con la sala de prensa y en donde tocaba esperar que las duchas se cerraran y la ropa de cambio se vistiera para respetar la intimidad; ni tableros electrónicos ni paletas con números pintados o modificables, lo que no dejaba de otra que luchar una gran ubicación para alcanzar a ver dorsales y comentar las sustituciones y los tiempos de adición, que en varias plazas incluido el mismísimo y maltratado Nemesio Camacho ‘El Campín’ se desconoció porque nunca se informó, o mágicamente se alcanzó a ver al leer el lenguaje no verbal de directores técnicos cuando se acercaban al cuarto árbitro a preguntar.

Un capítulo aparte para una película de terror: el arbitraje central y el arbitraje asistente. Designios insólitos, 10 minutos de adición en juegos que si acaso perdieron la mitad, una cantidad alarmante de goles anulados por fueras de lugar inexistentes, falta o exceso de autoridad tanto con quienes dirigen en el rectángulo mayor como con todos los integrantes del banquillo, ausencia de comunicadores entre todos y con el cuarto árbitro, ausencia de VAR (porque si a duras penas hay una cámara para «transmitir» el partido, mucho menos habrá 12 más para cumplir los requisitos mínimos) y jefes de réferis dentro de la cancha que les dicen qué pitar y a quién amonestar o expulsar. 

¿Ustedes, lectoras y lectores, se imaginan estas condiciones descritas en la «Liga BetPlay Dimayor 2023»? ¿No les suena indignante, ilógico y paupérrimo que se hable de fútbol profesional con todas estas vicisitudes impunes? ¿Quieren más? Porque hay más: la liga arranca el 04 de febrero y termina en mayo 23, salvo para los equipos finalistas; no semestral, la liga en sí. Hasta 2024 escucharemos de nuevo sobre fase regular de fútbol femenino. Y eso, porque sin la exigencia de Conmebol muchos se bajarían del bus. Y quienes profesionalmente defienden nuestro escudo y nuestro orgullo quedarán desempleadas hasta 2024, a menos que se vayan de Colombia o logren una transferencia temporal a uno de los tres equipos que jugará Copa Libertadores. Todas las demás, a rebuscar competencias, sustentos para sus familias y condiciones dignas que aquí jamás se les darán.

Así termina el capítulo de Millonarios Femenino 2023, uno triste por lo vivido y lo sufrido. El canto de gol para agradecer a las Embajadoras y su cuerpo técnico por tres meses y cinco días luchados con las uñas y los guayos, a los periodistas y fotógrafos con quienes compartí cada jornada y con quienes sí se siente camaradería y apoyo, y a las administraciones locales que colaboran mucho más que en la prioritaria liga de los varones, es ‘Haven’t Seen The Last Of Me’ de la banda californiana The Interrupters: https://youtu.be/MTT7MIBsdck

¡Volveremos todas y todos otra vez! (ojalá en condicionesmás decentes).

Carlos Martínez Rojas

@ultrabogotano.