Moraleja: la esencia no se cambia
Se vale cambiar los nombres, proteger al mejor ejército y guardarlo porque una tribu motilona visitará tierras capitalinas en tres días y en juego hay nada más y nada menos que una final de un título del que eres el vigente campeón y que, aunque muchos lo pordebajeen, es un posible trofeo más para las vitrinas del ahora inexistente museo azul.
Se vale quitarle la importancia al partido en cuestión. Más allá de una rivalidad que comenzó en la década de los 80s cuando el equipo adversario pasó, gracias al narcofútbol, de chico a grande y se convirtió en referente del FPC e hizo una enorme hinchada, en juego no había mucho. La reclasificación importa nada por el título del Apertura y el «punto invisible» se veía muy lejos por la situación en la tabla. Por lo demás, era un partido de dos equipos ya clasificados que tenían que ponerse al día en el calendario porque no pudieron jugar hace unas semanas debido al apretadísimo calendario Dimayor -al que no le cabe un partido más- y la Libertadores Femenina en la mitad.
Lo que no se vale es ser infiel a la esencia, a la filosofía, al discurso. Esa fue la causa por la cual Millonarios terminó perdiendo su partido frente al América en Cali este lunes. Sabíamos que la titular se iba a guardar para el jueves, sabíamos que íbamos a jugar con nómina alterna. Pero no sabíamos que el equipo iba a renunciar a su estilo de salir a buscar los partidos siempre, ese que el mismo DT Gamero profesa una y otra vez en las ruedas de prensa. Para la sorpresa de todos, el Embajador salió al Pascual a jugar con otro esquema (un 5-4-1) y otra premisa, la de defenderse. América aprovechó ese primer tiempo que Millos le regaló y con un gol al 41 se quedó con los puntos.
Millonarios salió a la cancha del Pascual a jugar a algo que no le luce, que se nota que no está bien preparado. Ahí perdió el partido y esa es la lección aprendida de la noche caleña: la esencia no se puede cambiar. Lo entendió Gamero, lo entendieron los jugadores y lo entendimos todos y cada uno de los hinchas que vimos el partido en vivo, por TV o por Streaming.
Por eso, cuando el DT movió las fichas y recompuso. Cuando entendió que había que volver al 4-2-3-1 que nos sabemos de memoria, cuando entendió que su equipo, ese que lleva trabajando hace tres años, no sabe jugar a defenderse sino a imponer condiciones, cuando entendió que hay un partido con Mackalister en cancha y otro sin él (porque cuando el capitán está en el césped sus compañeros se potencian y los rivales se predisponen)… ahí el partido fue otro, ahí ya no fue tan superior América, ahí fue mano a mano.
Que no alcanzó para el empate es otra cosa, pero se puede asegurar que los hinchas rojos, agrandadísimos y cantando el ole a los timoratos suplentes azules al final de la inicial, lo sufrieron un ratito en el complemento.
Esa fue la historia de un América – Millonarios en una noche de lunes que quizá se termine convirtiendo en un partido intrascendente para nosotros. Simplemente, Millonarios viajó a Cali pensando en un partido que deberá disputar dentro de tres días, jugó para cumplir con el calendario, fue infiel a su esencia y su filosofía, regaló 45 minutos y perdió. La moraleja es más que clara y la lección quedó aprendida. Es posible que este mismo duelo se repita en finales, con mucha más expectativa y mucho más en juego. Quizá la historia pueda ser diametralmente distinta.
Twitter: @elmechu
Esta es la Ficha Técnica del partido
Foto: Dimayor