Millonarios fue local en Rionegro
La hinchada de Millonarios no solamente es la más viajera del paÃs, también es la que mejor rebusca. A pesar de las restricciones logÃsticas que obligaban a tener un recibo de servicio público del oriente antioqueño para reclamar una boleta para el partido, por lo menos unos 400 azules llegaron al estadio Alberto Grisales para hacer sentir al equipo como si fuera el local en cancha ajena.
Claro, los Embajadores se valieron de cualquier motivo para hacerse a una entrada: llegar el sábado y buscar conocidos o familiares que prestaran la factura de EPM para llevarla al IMER, llegar al estadio y conseguir su boleta en la reventa. Hubo gente que, inclusive, no entró al estadio pero se ubicó en plena intersección para verlo «al gratÃn» con vista privilegiada, como se observa en la foto.
Desde antes del partido, los cantos de siempre alentando a los muchachos mientras realizaban el trabajo de calentamiento previo. Más adelante, el canto del himno de Bogotá a grito herido (ritual que se hace siempre cuando Millonarios juega por la carretera). No habÃa indumentaria azul por restricción de las autoridades locales -salvo algunos casos aislados de hinchas que pudieron ingresar con su camiseta azul o blanca-, pero habÃa unión, hermandad. La tribuna Occidental, que se llenó totalmente, estaba dividida en dos, y los de la izquierda se la pasaron mirando boquiabiertos a los de la derecha, los visitantes, que no pararon de cantar.
Terminó el partido y llegó el momento de volver a casa. Algunos por tierra y otros por aire. Otros, los residentes en Antioquia, paisas o no, a volver a sus hogares con sus familias. No es sencillo poder ver al equipo amado en esas tierras, menos con tanto aficionado rival con sed de sangre «forastera». Por eso, para quienes viven en la zona, y para quienes viajan, los partidos con Rionegro o Envigado sirven para desahogar esa pasión contenida que en el Atanasio es imposible por la falta de garantÃas.
En la cancha fue un empate sin goles. Pero en la tribuna, Millonarios fue el local, con todo y los intentos de prohibición de las autoridades locales. Millos nunca está solo.
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