Gracias a FarÃñez, seguimos vivos en Copa
Era viernes por la noche, todavÃa con dolor por lo que habÃa pasado el martes. Era un viernes que combinaba la esperanza de volver a levantarnos con el miedo por una posible crisis. Al final fue solo 0-1 en contra en Manizales, y atención especial a la palabra «solo» porque realmente la sacamos demasiado barata. Si no es por FarÃñez, que sacó un montón de llegadas en el PT y atajó una pena máxima en el último minuto, estarÃamos hablando de una catástrofe en Palogrande.
Al Caldas solo le bastaron 8 minutos para desequilibrar la serie de la semifinal de Copa, luego de una incursión por la izquierda que encontró a Bertel dormido, pase de la muerte y gol. Después de eso, Millonarios no jugó sino que sufrió el partido, por lo menos por 30 minutos más. Los locales explotaron a placer esa zona de Bertel, le rompieron la cintura y la cadera, una y otra vez, y llegaron como ejército militar bombardeando tierras enemigas un sinnúmero de veces, casi siempre originadas desde la débil zona izquierda azul.
FarÃñez atajó casi todo, y cuando no apareció el venezolano, apareció Dios, los remates del Caldas pasaban ligeramente desviados. Nos salvamos. Millonarios estaba irreconocible, cada vez que Caldas pisaba tres cuartos de cancha era miedo de un posible gol. Los azules parecÃan un equipo juvenil, sin ideas, sin claridad, sin orden, sometidos por completo por esos once de blanco.
Algo pasó en el entretiempo, el regaño tuvo que ser de altos decibeles. Millonarios cambió en el segundo tiempo, empezó con mucho más Ãmpetu buscando el empate, alejó al Caldas del arco de Wuilker y mostró más personalidad en el campo. Ahora sÃ, Millos se parecÃa más al equipo que estamos acostumbrados a ver, y dentro de eso también está la falta de gol.
Aún asÃ, los de Russo lograron mantener el 0-1 pensando en la vuelta, con todo y no saber aprovechar los contragolpes o carecer de ideas en el frente de ataque. Un extranjero estaba viendo el partido al frente, terminó desesperado por ver la falta de organización de Millonarios para buscar el arco contrario. Eso lo dice todo.
Sobre el final, cuando lo que parecÃa una masacre se pudo controlar, apareció el central para decretar un penal por una falta afuera del área. Entonces, otra vez, apareció FarÃñez, quien atajó el cobro y le dejó a Millonarios mucha vida para el partido de vuelta. Pudo ser una catástrofe, y solo fue 0-1. Estamos más que vivos para la revancha, otra vez en noche de viernes, otra vez con aires de esperanza por llegar a la final.
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