Como debe ser siempre
Llegar al estadio a encontrarse con familiares, amigos cercanos o conocidos. Olvidarse por unas horas de la cotidianidad del trabajo y/o el estudio, ubicarse en ese pequeño espacio de tribuna que, durante un rato, es más propio que cualquier predio en el mundo. Desaforar la pasión y salirse de control para gritar cualquier clase de cosas hacia el césped… Salir victorioso, con la cara llena de felicidad y la satisfacción de que, allá en la cancha, el equipo retribuyó todos y cada uno de los sacrificios realizados.
Ganar, gustar y golear, con tranquilidad y comodidad. Hay jornadas que se quedan en la retina porque no hay que sufrir ni apretar, solo basta deleitarse con lo que el equipo hace en el campo y disfrutar cada momento. El hincha de Millonarios ha sufrido demasiado con los últimos años y merece noches como estas, en las que todo es alegrÃa.
Millonarios arrancó mostrando dudas, pero pasaron los minutos y el equipo supo cambiar esos interrogantes por certezas. Vino el primer gol, que marcó un antes y un después para Mosquera, el segundo para que Ayron por fin pudiera deleitarse en la red, el tercero que homenajea en una sola jugada todo el resumen de la noche. Sin objeciones, era una paliza en todo…
Y vino el palazo, vino el cabezazo de Ayron, vinieron las múltiples opciones de gol que no entraron. El partido pedÃa una ventaja mayor, tres goles de diferencia era muy poco. Asà terminó, con un Millonarios monstruoso que pasó por encima sin misericordia alguna de un Tolima que complicó durante 25 minutos y después terminó sometido.
El reloj marca las diez, el central señala el centro del campo. No hay un solo hincha entre 13 mil que tenga algo para objetar. La gente vio al Millonarios que siempre quiere ver, salió más que satisfecha del estadio con el banquete ofrecido, y lo mejor, es que este equipo todavÃa tiene mucho más que dar y recién empieza esto.
Revisa la ficha técnica del partido.
Twitter: @elmechu