Millonarios 1999

Antes del clásico, la memoria

No soy una persona muy experta en el manejo de la memoria. Periodista que se respete tiene que hacer buen uso de ella y estar en permanente ejercicio de la misma. Sin embargo, hay personas que nos ayudan cuando necesitamos recabar en recuerdos, sobre todo futbolísticos y por eso le pedí ayuda a Luis Gabriel Jiménez, “el dueño del chuzo”.

Ayer le pedí que me ayudara buscando clásicos bogotanos donde Millonarios y Santa Fe estuvieran necesitados o en dificultades. Algunos los ganamos nosotros, otros los ganaron ellos. El primero que se viene a la memoria es aquel donde Ricardo Lunari asumía como director técnico embajador, luego del desastre español del tándem Lillo – Portolés. Año 2014. El primer partido del ‘Mono’ fue un clásico: inauguración nada divertida porque necesitábamos un revulsivo urgente y Santa Fe, con un equipo construido, al mando de Gustavo Costas, nos ganó 4-1 en el Nemesio Camacho, siendo ellos locales.

Otro clásico diferente y con gol agónico incluido, donde Luis Gabriel me ayudó en su ejercicio de remembranza, fue uno disputado el 22 de septiembre de 2012. Encaminados rumbo al posterior título, Mayer Candelo sacó una genialidad en el último minuto del encuentro, que tuvo expulsados a Gerardo Bedoya, hoy entrenador cardenal, y Edwin Cardona. Ese día Nelson Ramos tuvo la terrible lesión de tendón de Aquiles: Luis Delgado asumió y todos sabemos el final de la historia. Fue un partido caliente, sin duda alguna: ¿recuerdan el pisotón de Bedoya en la cara de Yohnny Ramírez?

Vamos más atrás: 14 de noviembre de 1999. Millonarios llegaba a su partido número 27 como invicto en el torneo. Jorge Luis Pinto había sido licenciado del equipo azul iniciando el récord de más partidos sin derrotas y el mando lo tomó Luis Augusto García. Santa Fe deambulaba en el puesto 13 de la tabla, un poco similar a la situación que tienen hoy: doblete de Daniel Tílger y autogol de Julio Romaña. Nosotros arriba, ellos abajo: 3-0. (Aquí pueden ver la crónica de aquel partido)

Por último, vamos tres años más atrás: 14 de abril de 1996. Antes del partido, Millonarios estaba en la quinta posición, mientras que Santa Fe estaba en la tabla media, en la posición 11. Leonardo Fabio Moreno, para Santa Fe, apuntó el primero de cabeza. Lunari, “La amenaza” Daza y Bonner Mosquera, entre otros, eran jugadores de Millonarios. Matías Mejía puso el 0-2 y 0-3 para los cardenales en un remate desde fuera del área y cabezazo en la misma. Los embajadores reaccionarían luego de un penal cobrado por Felipe Russi y John Mario Ramírez puso el 1-3. Basílico González y Miguel Augusto Prince eran los técnicos de aquellos equipos. Con un expulsado en Millonarios, Guillermo Castrillón, ex jugador embajador, puso el 2-3 buscando un atisbo de heroismo. Posteriormente Yesid Mosquera, también ex jugador azul, sería expulsado por doble amarilla y ahí los embajadores perdieron toda posibilidad de empatar, incluso remontar, con un nuevo expulsado: quedábamos con nueve jugadores. De esa falta, Adolfo ‘El tren’ Valencia cobró un tiro libre al ángulo, la pelota rebotó en el piso pero sin traspasar la línea de gol: Matías Mejía se hizo triplete en ese clásico, casi hat-trick perfecto de no ser porque el ex jugador cardenal hizo dos goles con el pie derecho. 2-4, marcador final.

Hoy, más de 20 años después, la condición de memoria ayuda para alentar las ganas del partido de mañana. No recordamos del equipo cardenal, en estos últimos años, que estuvieran en una situación tan apremiante por sus resultados: son últimos en la tabla. Millonarios, en cambio, y de ganar, se pone a tiro de clasificación a los ocho, además de volver a acariciar la punta con anhelo apremiante. 

En el fútbol se puede ganar, empatar o perder: nada nuevo bajo el sol. Pero como lo sostuvo el hijo del Jorge Luis Pinto en entrevista con un canal de televisión, “el trabajo no traiciona”. Hay que hacer gala del trabajo, de la puesta a punto hacia la perfección y de la condición de mejor juego: tener una idea del mismo significa plasmarla no solo con el resultado, sino con la forma de ejecución.

Para mí, el partido de mañana es difícil: ¿es posible ganarles 7-0? ¿Está mal que apenas sea un gol de diferencia, pero respetando el balón y el estilo de juego? Luego del cimbronazo y baño de realidad en Pasto, ¿podemos hacer la diferencia? Algo me queda claro: hay que ganar. El puñetazo sobre la mesa, definitivo, está casi a punto de ser sonoro. Hay que terminar de robarles el alma, insisto. 

No ganarle al último, por más Santa Fe y clásico que sea, sería más que molesto.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco