Otra vez en la pelea
Millonarios hizo la tarea, derrotó 2-0 al Deportivo Pasto y parcialmente alcanzó la zona de clasificación, a falta de los demás partidos de la jornada que se completarán entre miércoles y jueves. Los embajadores llegaron a siete partidos seguidos sin conocer la derrota y han sumado diez de los últimos doce puntos en disputa para volver a vivir en la Liga y meterse otra vez en la pelea. Cadavid (salió expulsado) y Salazar (debutó en la red como profesional) sellaron la victoria azul.
Fue un partido que tuvo de todo. Empezó frÃo, como la noche lluviosa de Bogotá, y se calentó cuando el central del partido, que parecÃa un debutante, señaló pena máxima a favor del rival. Los coros desde las tribunas alentaban a Wuilker, pero el salvador fue el palo, que impidió que el remate de Aquino tuviera destino de gol a los 30 minutos.
Más adelante, cuando finalizaba el primer tiempo, llegó el momento para Millos, cuando se decretó pena máxima sobre Palacios. El encargado fue Cadavid, quien disparó a la mano izquierda del portero que no salió en la foto. Gol y a celebrar con su ya reconocida celebración de saludo militar.
El segundo tiempo transcurrÃa normalmente, con Millonarios buscando el segundo y Pasto apretando por el empate. Pero todo cambió de un momento a otro con una jugada en la que Duque se lleva la pelota, se le va larga y choca contra el portero. El central señala falta en ataque y le saca amarilla al volante azul. Después, por error, le muestra la roja, y tras varias explicaciones y revisiones de la libreta, se da cuenta que el 22 azul no tenÃa amarilla, reversa la decisión, pero el partido cambia para siempre.
Minutos después, sale expulsado Cadavid por doble amarilla, entra Rivas y sale Eliser. De repente, todo el estadio la emprende contra Hernández, el portero del Pasto: «ese no es un arquero, es una puta de cabaret», cantan durÃsimo desde todas las tribunas. Por fin el sueño de todo hincha, todo el estadio cantó lo mismo, se escuchó demasiado bien.
Hernández, incitador, escucha los putazos y aplaude, levanta los brazos, pide más. La gente grita más duro. Hernandez se siente Rockstar, pero no contaba con que entre Ayron y Salazar le fueran a robar el show. Del Valle tomó la pelota por izquierda, se sacó a tres rivales, se perfiló para patear, pero prefirió sacrificar su gol para que Salazar se bañara de gloria y anotara, con un remate rasante al palo derecho del arquero, su primero gol como profesional y el 2-0 que liquidaba todo.
Después del gol, los gritos hacia el portero sonaron mucho más duro. Pero ahora, también se escuchaba «va a llorar, el hijueputa va a llorar». Cada vez más duro, cada vez más fuerte. En el estadio habÃan 8500 según el club, pero por los gritos pareció como si fueran 33 mil gargantas cantando. Hernández, notablemente herido tras el 2-0, ya no quiso aplaudir más ni seguir el juego, bajó la cabeza y no le quedó más que aguantarse ese recital en su contra.
El central y el lÃnea también se llevaron su regalito desde las tribunas, y con razón, porque parecÃan debutantes y no tuvieron una buena noche. Los minutos pasaron, llegó el pitazo final, Millonarios habÃa ganado un partido durÃsimo y Hernández volvió a agitar las manos para incitar a la gente, antes de tener un encontrón con Carachito, todo producto del dolor de la derrota.
Millonarios sigue sumando, crece en confianza, se aferra a su ilusión de defender la corona y empieza a repuntar. Sigue Leones, que parece fácil en la previa, pero con Millonarios nada es fácil y todo es impredecible. TodavÃa hay puntos en casa que toca cuadrar afuera y Ditaires se antoja como el lugar perfecto para hacerlo. Siguen solo finales, y solo sirve ganar.
Twitter: @elmechu
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